Golpe Duro

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     Los parpadeos azules barrieron con toda la fila de droides B1 que intentó acercarse, Grievous lanzó un gruñido de furia y envió al par de droidekas guardia a apoyar con la captura. Dans Ryder se mantuvo atrincherado tras un enorme contenedor rojo lleno de refacciones para AT-TE, cubriendo sus flancos con algunas cajas de suministro y vigas de metal de algunas partes del techo que todavía no habían sido colocadas. Los droidekas no podrían pasar, los B1 necesitaban estar a menos de cinco metros para tenerlo a tiro, pero ninguno llegaba muy lejos. Aún así, el teniente tenía el tiempo en contra suya, era consciente de que tarde o temprano el mismo general separatista entraría en combate; quería ganar tiempo suficiente antes de que eso pasara.
     Desvió la vista hacia el ventanal de la sala de control, Lara no se avistaba por ningún lado, eso le dio un alivio. Si él no podía verla entonces los droides tampoco, y de seguro que todavía no advertían la presencia de la twi'lek.
     Pero el reloj seguía corriendo. Afuera la batalla se volvió más sangrienta, podía ver las estelas de fuego alzándose por en medio del paisaje oscuro de la noche en Mandell. Las ciclópeas paredes de roca del templo se iluminaban por las llamas y en ellas se proyectaban las sombras de los combatientes clon que resistían el golpe separatista. No pudo evitar pensar en su pelotón, deseaba fervientemente que ninguno de sus hombres cayera en combate, pero la imagen de la batalla era desalentadora. ¿Realmente perderían? La masacre de Devaron no era nada comparada con el infierno que estaban viviendo ahora.

     «¿Quieres ayuda, chico?». Una voz resonó en lo más profundo de su mente. «Vamos, dilo».

     —¡No! —contestó para sí mismo o, mejor dicho, para la voz en su cabeza. ¿Era una alucinación?, pensó. ¿Lo había imaginado? Se sintió extraño respondiéndole a la nada, al aire. Quizás era el estrés de los últimos días acumulándose en su cuerpo el que le estaba comenzando a pasar factura, puede que incluso el miedo y los nervios del momento.

     «Aquí estoy», siguió la voz, ahora más nítida, más alta. Dans notó cómo un escalofrío eléctrico le recorría el brazo con el que sostenía su bláster. Estaba sucediendo.

     —Vete. Te habías ido. Te habías ido. —La sangre se le heló en las venas, la visión se le tornó borrosa por un segundo. El destello de un disparo rojo hizo que se parapetara de nuevo contra el contenedor para guarecerse de los droides.

     «Me necesitas, chico, lo sabes. Siempre fue así, ¿no? ¿O acaso es que me has olvidado? Nunca podíamos alejarnos mucho el uno del otro después de todo».

     —¡No tengo nada que darte, Mitchell, lárgate! —alzó la voz.

     Grievous logró escucharlo vagamente desde donde estaba y entrecerró los ojos, mirando alrededor para encontrar a la persona con la que Dans estaba hablando, pero no vio a nadie. ¿Había logrado establecer comunicación? Imposible, le arrebató el datapad al B1 que estaba a su lado y verificó el estado de los sistemas del hangar: todavía seguían desconectados, no había señal alguna.
     Su atención comenzó a crecer.

     «Eso no lo dijiste aquella vez... —rio, pícara y sensualmente—. Aquella dulce vez, ¿te acuerdas? Cuando te entregaste a mí olvidándolo todo por una noche, cuando también me volví tuya y nos embriagamos de placer sin que nos importara nada».

     —¿Por qué ahora? ¿Por qué en este instante? —meneó la cabeza en un intento por quitarse esa voz, pero no pudo. Tenía que devolver el fuego enemigo y disparó media docena de tiros contra las unidades B2 que trataron de rodearlo por la izquierda—. Ya no queda nada, todo se acabó. ¿Lo oíste? Todo se acabó, hace mucho tiempo.

     «¿Entonces por qué intentas encontrarla? —inquirió la voz—. Yo lo sé, lo sabemos. Todo lo que has estado haciendo. —Lanzó una risa recatada, propia de una dama que quiere cuidar su imagen—. Yo te puedo ayudar a conseguir lo que quieres».

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora