Punta de Lanza

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     —¿¡Lo tienes!? —preguntó Sanders, parapetado tras una pared junto a varios de sus hermanos mientras respondía el fuego enemigo.

     —¡Ya casi! ¡Solo un poco más! —respondió Bal.

     —¡No hay tiempo, esas hojalatas están por todos lados!

     Los cuatro escuadrones que Dans había destinado a tomar la sala de control de la puerta principal de la ciudadela se encontraban rodeados justo a metros del corredor mayor que conectaba con ella. Habían tratado de llegar lo más rápido posible, pero en el proceso se extendieron demasiado, pronto se dieron cuenta de que las escaleras estaban lejos y muchos de los droide B1 que defendían el adarve se volcaron contra ellos en cuanto los vieron cerca a la sala. Justo por encima de sus cabezas estaban los cañones que aún disparaban a pesar de estar dañados.
     Sanders se apoyó en una de las jambas metálicas, recargando su bláster al mismo tiempo que a lo lejos veía una enorme explosión de fuego en la vía principal que conducía a la muralla interior. Estaba seguro que eso había sido obra de su teniente, había quitado de en medio la gran barricada separatista y terminado su parte, ahora les tocaba a ellos hacer la suya. Contempló cómo un grupo de armaduras blancas, pequeñas por la distancia que los separaba, corría por en medio del humo y saltaba una baranda hacia el lado este de la ciudadela, pero entonces vio que de entre los techos de esa zona llena de edificios, al menos una treintena de droides comando se desplazaba raudamente a sus espaldas.
     Una inquietud profunda le recorrió la espina dorsal, la impotencia le perforó el pecho, no podía hacer nada, no había comunicación, y ahora tenía otro problema más directo.

     —¿¡Cuánto te falta, Bal!? —fulminó a tres unidades B2 que se acercaron a menos de seis metros—. Tenemos que abrir la puerta o el cuerpo del general no podrá entrar.

     —¡Este sistema es un desastre! ¡Hago lo mejor que puedo! —se defendió su hermano, el datapad que tenía apoyado en el piso no paraba de mostrar gráficas de todo el sistema eléctrico y funcional de la gigantesca puerta, la tonelada de códigos y configuraciones que tenía esa matriz era demasiado compleja como para sabotearla con facilidad.

     —¡Ya están aquí! —exclamó otro clon antes de dejar su posición en una de las compuertas y retirarse adentro de la sala.

     Varios más hicieron lo mismo, habían comenzado a perder el poco terreno que tenían y no podían correr a ningún lado porque se encontraban a más de treinta metros de altura; a un lado tenían la muralla metálica indestructible para ellos y, tras la pared opuesta, tenían un tremendo vacío que amenazaba con devorarlos.
     El viento que llegaba desde el mar de dunas golpeaba con fuerza. Sanders creyó que habían fallado.

     Entonces los ruidos chispeantes de un sable de luz agitándose con furia revolvieron los oídos de todos, Sanders sonrió en el acto cuando lo oyó.

     —¡La comandante está con nosotros! —dijo, y casi al instante la figura de Ahsoka apareció por encima de los droides tras dar un salto sutil y perfecto.

     Arrasó con las filas de B1 que se giraron hacia ella tomándola como el nuevo objetivo, y abrió suficiente espacio como para que la presión de los disparos sobre la mermada tropa disminuyera lo suficiente como para tomar un respiro.

     Llegó hasta ellos, les pidió un rápido informe de la situación y Sanders se apresuró en explicarlo todo. Apenas había terminado de hablar cuando más unidades separatistas aparecieron desde las pasarelas metálicas, el combate se reavivó de nuevo, pero ahora tenían suficiente fuerza como para resistir hasta que llegara el resto de los pelotones.

     Diez minutos aguantaron atrincherados y en todo ese tiempo los droides no dejaron de subir incansablemente, pero las unidades B1 eran demasiado torpes para pelear en las estrechas escaleras y las B2 eran demasiado grandes para avanzar peligrosamente por las pasarelas de metal. Los sables de luz de Ahsoka hicieron de barrera, los blásteres de la tropa clon se encargaron de abatir a las hojalatas, los bothan hace un buen rato que habían desaparecido del mapa, como si se hubieran hecho humo.
     Los barrios cercanos a la segunda gran puerta de la ciudadela ardían en llamas gigantescas, poco a poco las numerosas tropas de la padawan se abrieron camino por las calles haciendo retroceder a los separatistas que comenzaban a perder terreno, ni siquiera los tanques AAT fueron capaces de mantener a raya a la vanguardia clon, tampoco estaban bien posicionados, la gran cantidad de estructuras impidió que los cañones apuntaran a su objetivo y su capacidad de maniobra se cortó cuando los granaderos echaron una torre residencial sobre ellos, atrapándolos y destruyéndolos en el acto.
     Pero aun con todo eso los droides los triplicaban en número y la puerta principal seguía de barrera impidiendo que el ejército de Anakin ingresara para asegurar, hasta que no la abrieran, no asegurarían sus posiciones, y el tiempo les había alcanzado apenas para ingresar tras los muros gracias a Dans.
     La noche ya había caído sobre Mandell.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora