Burocracia

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     —¿Quién eres? —preguntó con exigencia. Se encontró flotando en un espacio negro, negro como las alas de los cuervos—. ¡Muéstrate, da la cara!

     Una risa retumbó en el lugar.

     —Muchacho, ahí estabas —rio la voz. Era senil, anciana y algo aguda, casi rasposa—. Habías desaparecido por tanto tiempo, tuve que reprender a alguien duramente por eso.

     Dans miraba a todos lados buscando el origen de la voz.

     —No puedes esconderte entre las sombras por siempre —le dijo enojado. Tenía las manos atadas por una cuerda invisible.

     —Es verdad —respondió la voz. De repente se sintió caer en un abismo hasta detenerse de súbito sobre una superficie lisa—. ¿Así está mejor? —se burló.

     Dans se giró de golpe y se encontró con una figura encapuchada, una sombra le cubría los ojos y solo se vislumbraban su nariz y la barbilla. Era un anciano, con manos delgadas y huesudas que sobresalían de las mangas de su manto oscuro. Él sintió un fuerte escalofrío al verlo, su enojo se convirtió en mesura y sintió un frío congelante calándole hasta los huesos.

     —¿Qué es lo que quieres? —preguntó—. No tengo nada que darte.

     —Oh, sí que lo tienes, chico. Y me lo vas a dar —inmovilizó a Dans y pasó delante suyo—, a su debido momento —hizo un ademán con la mano derecha y se visualizó una imagen, como el reflejo de los charcos de agua, del templo jedi—. Ahora mismo estás en un estado lamentable —señaló. La imagen cambió y mostró a Dans sobre la camilla del ala médica con Ahsoka apoyada a su lado— y eso no va en mis planes.

     ¿Planes? —preguntó el joven, el miedo se escondía entre sus palabras. El anciano se rio levemente.

     —Sí, mis planes —repitió. Los designios del lado oscuro obedecen a fuerzas más allá de la comprensión de los jedi y los jedi son un gran problema. Pero no importa, yo soy paciente —se volteó hacia el aprisionado Dans— y todo se hace con antelación —le clavó sus dedos en el vientre y comenzó a reír mientras lo oía retorcerse de dolor—. Servirás como debes aunque no lo quieras —el joven gritaba mientras sentía cómo ardía su torso, cómo se moldeaba; los huesos se le rompían y reunían mientras que la carne se desgarraba y pegaba una y otra vez. Todo bajo la risa penetrante del anciano que casi parecía disfrutar de aquello. Y finalmente unos rayos azules se deslizaron chillantes por el brazo del encapuchado hasta electrocutar al joven.

     Dans cayó en seco sobre la superficie invisible, algo chamuscado y con el cuerpo temblando.

     —Deberías estar agradecido, te he hecho un favor —dijo el anciano mientras se retiraba de ahí.

     ¿Quién eres?  —preguntó Dans con la poca energía que le quedaba.

     —Una sombra —se rio. Su silueta desapareció entre la oscuridad y un par de ojos amarillentos y rojizos se acercaron violentamente hacia él. Dans gritó del susto y cerró los ojos, intentando cubrirse con sus brazos, pero sintió que la mirada lo devoraba al instante.

~ ~

     —¡Ahhhhh! —gritó abriendo los ojos. Estaba desesperado, sudaba y temblaba. Ahsoka se despertó de súbito al escucharlo.

     —Dans, mírame —le dijo—. Aquí estoy, cálmate. Cálmate —intentó tranquilizar al joven—. ¡Droide médico! ¡Droide! —llamó con todas sus fuerzas. Los droides acudieron lo más rápido que sus metálicas piernas les permitían y sujetaron a Dans de los hombros y las piernas, Ahsoka se hizo a un lado y tomó la mano del chico mientras los autómatas buscaban estabilizarlo.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora