(Habrá un momento en el que les indicaré que pongan la canción de arriba, hasta entonces disfrutad de la narración)
Lara abrió los ojos con lentitud, seguía somnolienta, un aire ligero corría en la habitación, se apegó más a Dans quien dormía a su lado, se quedó mirándolo con la cabeza apoyada sobre su pecho y le dio un beso, estaba feliz, amaba esa mañana, ese instante eterno y dulce.
Afuera empezó a oírse un tumulto, un griterío propio de los niveles bajos, pero el vociferío estaba cargado de indignación, miedo y repudio. Se levantó con pesadez y caminó hacia la ventana, iba descalza y con los muslos descubiertos, dio un gran bostezo y divisó la calle y la muchedumbre. El grupo criminal que aterrorizaba el sector estaba cobrando sus tributos a unos pequeños comerciantes de muebles en la base de la torre comercial que había al frente, era día de cobro y recorrerían tienda por tienda, negocio por negocio, robándole a la gente sus ganancias de las últimas semanas. Lara frunció el ceño y se enojó, estaba furiosa pero impotente. Desde detrás de las rejillas observaba con atención cómo golpeaban y maltrataban a los que se resistían, sin importarles si eran ancianos o niños. Lanzaron a un rodiano que intentó hablar con ellos contra una cajas, en ese momento la twi'lek golpeó la pared exasperada, ese ruido terminó por despertar a Dans.—¿Qué está pasando? —preguntó mientras se sentaba en el borde de la cama.
—Son ellos... ya volvieron —dijo Lara en voz baja.
Dans se paró y caminó hacia ella, se puso a su lado y observó. Eran nueve sujetos, dos trandoshanos grandes, cuatro quarrens y tres humanos, no parecían ser muy problemáticos, pero eran solo una delegación pequeña de la verdadera mafia que controlaba el lugar, iban fuertemente armados y pareciera que la policía desaparecía cuando ellos estaban cerca. Nadie hacía nada porque nada podían hacer, solo esperaban a que algún día esa tortura se terminase, y al parecer ese día había llegado.
—Hoy se acaba esto, Lara —dijo con voz seria mientras se ponía su polo y chaleco—, pero no seré yo quien haga todo el trabajo.
—¿Qué quieres decir? —preguntó sorprendida, por un momento pensó que Dans no cumpliría su palabra, pero tras verlo a los ojos se dio cuenta de que no era así. Él estaba decidido a ayudarlos.
Pasaron cinco horas recorriendo toda la zona común, habían destrozos, mercadería regada por el suelo y las miradas afligidas de los comerciantes y vendedores. Podía notarse la sed de furia en sus ojos, estaban cansados pero impotentes, con ansías de venganza pura y desquite, Dans lo sabía y lo usaría a su favor, pues no quería ser el salvador de esa gente, nunca se vio a sí mismo como tal, sino que quería que ellos mismos se liberasen, solo necesitaban un empujoncito, un liderazgo, debían ganarse la paz con sus propias manos, él lo entendía muy bien, conocía a la perfección el refrán de: dale un pez a un hombre y comerá por un día, enséñale a pescar y jamás volverá a pasar hambre; y así sería. Era reacio a la dependencia.
Llevó su tiempo, pero se pudo, durante los tres días posteriores a la trifulca se dedicó a hablar con cada uno de los afectados, a preguntarles su historia, su situación y, sobre todo, a si estaban dispuestos a hacer cualquier cosa para estar bien, y todos le respondieron con un claro sí. Suficiente para que él comenzara a organizar todo y conseguir lo necesario. Dans no era un moralista, ni un emisario de la paz y la justicia como los jedis, ni tampoco alguien indulgente, pero aunque él no lo supiera, era un líder nato, capaz y hábil, una persona que siempre había luchado por lo que quería, por lo que ansiaba y necesitaba, la dura vida que había tenido lo hicieron así. «La vida de los desdichados», solía decirse.
Obtener información le fue completamente fácil, los gremios de mercaderes y comerciantes se esparcían por todo el sector y no había negocio que no estuviera al tanto de los movimientos delictivos de las mafias, pero al no poder hacerles frente solo se apresuraban a guardar un poco de sus créditos para que no los dejaran en quiebra. Puso su plan en marcha, delegó a un par de vendedores de especias conocedores en distribución de energía y los mandó a los nodos de distribución anclados en una torre, cuando él diera la señal se apagarían las luces, la oscuridad sería su manto y bajo ella se dispararía plasma y se derramaría sangre. Lara lo seguía muy de cerca, hasta llegar a una encrucijada cercana a un vasto complejo que en otro tiempo fue sede de la Fuerza de Seguridad de Coruscant, pero que ahora era usado como cubil de ladrones y asesinos, ahí ella le preguntó cuál sería su tarea y Dans solo le dijo que esperara, ello la desconcertó, él había designado a cada uno una función en específico y ella era la única que no tenía nada por hacer, pero nada más lejos de la realidad, su confusión desapareció cuando Dans sacó de entre sus bolsillos un detonador remoto, una granada de fragmentación y una carga de detonita, y se las dio.
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Entre Estrellas: A Star Wars Fan History I
Science Fiction¿Y si una persona de nuestro mundo, La Tierra, terminara varada en la galaxia de Star Wars? ¿Cuál sería el viaje que ocurriría? ¿Qué significaría? ¿Qué misterios lo hicieron posible? Descúbrelo y veamos qué nos depara este relato. Primera entrega d...