Aguas Turbias

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     —¡Joder! ¡Mierda! Esos malditos lo sabían desde el principio. ¡Jodidos bastardos! —All golpeó su casco contra la pared—. ¡Por su culpa Grego está muerto! ¡Y no sé los demás! Pero al menos les llegó el karma.

     —Cálmate —le ordenó su capitán—, lo que sea que los haya matado no fue lo mismo que mató a Grego.

     Tenían tres cadáveres delante suyo; hombres de los Crayt que ahora estaban hechos pedazos, sus armaduras bañadas en sangre y las paredes embarradas con sus vísceras.

     —Debemos andar con cuidado —continuó—, ahora tenemos que sobrevivir no solo a los droides, sino también a la cosa que mató a Grego y a las otras peores cosas que hicieron esto —se levantó, revisó el transmisor de su brazalete y masculló—. Debemos buscar la forma de contactar con el resto del escuadrón, pero con las comunicaciones bloqueadas estamos a ciegas y no quiero que algo nos agarre desprevenidos.

     —¿Qué es lo que haremos, jefe? —inquirió, el nerviosismo era evidente. 

     —Reagruparnos. —Revisó las aves silbantes de su brazalete—. Así que iremos de regreso a la plataforma de aterrizaje. Con suerte y Lajok aún seguirá ahí.

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     El pasillo se oscurecía delante, Rust, Sansa y Stina encendieron las linternas de sus cascos y continuaron. Debían bajar por una escalera oxidada en forma de caracol para llegar al corredor que los llevaría directo al Área de Ensamblaje, pero mientras más avanzaban más tedioso era. Restos de diversos tipos de fluidos goteaban del sistema de tuberías del techo, Dans distinguía aceite y lubricantes, y manchaban las paredes de un negro brea repulsivo. Riyo se tuvo que cubrir la nariz para soportar el fuerte olor; envidiaba a los mandalorianos, sus cascos tenían un sistema de purificación de aire que les hacía andar como si nada pasara. Doblaron por una intersección, se deslizaron a través de varias vigas fracturadas y tuvieron que ir gateando por un ducto de ventilación cuando se toparon con una puerta bloqueada. Al salir llegaron a una habitación amplia llena de tanques de bacta rotos, una cama de operaciones y varias pantallas destruidas. Más adelante tenían una salida. El nuevo corredor era mucho más ancho que el resto y estaba semi inundado, la luz de la linterna no alcanzaba a mostrar qué tan largo era y cuanta agua estancada había, y ninguno quería dar un paso más.

     —Bueno, supongo que no hay de otra —dijo Dans mientras se acercaba al borde del agua.

     —Estás loco si crees que vamos a pasar por ahí —dijo Stina—, demos la vuelta, busquemos otro camino.

     Las aguas eran tan turbias que ni siquiera la luz podía penetrar bien.

     —¿Y toparte con esas cosas allá atrás? No, gracias —Dans no estaba dispuesto a arriesgarse, no después de haber avanzado tanto.

     Rust tampoco, pero decidió no decir nada hasta descubrir quien terminaba alzándose en la discusión que se avecinaba.

     —¿Si estás tan seguro por qué no vas tú primero? —instó, cruzada de brazos.

     Dans asintió de mala gana, sacó la linterna de su mochila y la encendió. Dio media vuelta y entró en el corredor. Primero se hundió su pie, luego su tobillo y al final la rodilla, siguió caminando a zancadas hasta que recorrió un buen tramo; el agua ya no subía y parecía que hasta ahí llegaba, así que regresó con el resto.

     —No hay problema —dijo cuando hubo salido—. Solo llega a la rodilla, no se quejen y vamos.

     Los mandalorianos cruzaron miradas, enfundaron sus blásteres y entraron en el corredor. Dans fue detrás de ellos, pero se detuvo cuando notó que Riyo no los seguía.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora