Asalto

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     Lara acomodaba unas cajas de mercancías cuando oyó a Dans despertarse, las colocó al lado de la mesa y se acercó a él. Había sido una noche corta, aunque siempre está medio oscuro ahí afuera, pues la luz artificial solo se enciende durante las horas diurnas. El bullicio de la gente era el despertador de todos quienes vivían en esa área, el "día" comenzaba al escucharse a los primeros negocios abrir sus puertas y a los repartidores de suministros que entregaban sus paquetes.

     —¿Ya estás mejor? —preguntó inclinándose al borde de la cama. 

     —¿Qué hora es? —respondió Dans mientras restregaba sus ojos, el cuerpo le seguía doliendo, pero con menos intensidad que antes. Había descansado profundamente.

     —Casi son las seis de la mañana —contestó la twi'lek.

     —Es verdad —dijo—, había olvidado que aquí siempre es de noche —se sentó en la cama y estiró sus brazos. Lara observó embelesada el cuerpo tonificado del joven, la noche anterior no había podido verlo de esa manera por estar ocupada curando sus heridas.

     —Estoy preparando algo de sopa —dijo saliendo del trance—, es de gurdak, muy nutritiva.

     La twi'lek atravesó la habitación hasta una pequeña cocina con dos hornillas y un lavabo al lado.

     —¿De qué? —preguntó Dans mientras se acomodaba las vendas. Divisó sus cosas y buscó su collar; no lo llevaba en el pecho.

     —De gurdak, un pez muy raro, siéntete agradecido, es el último que me llegó de un cargamento hace una semana —sirvió la sopa en un tazón viejo—. Y no te preocupes, tu dije está sobre la mesa, detrás de tu cinto.

     —Qué alivio —dijo al ver su posesión más preciada intacta. Lara se acercó a él y se sentó al lado de la cama; revolvió la sopa y levantó la cuchara.

     —No es necesario, yo puedo solo —indicó el chico. La twi'lek solo se rió.

     —Bien, demuéstramelo —puso el tazón en el asiento de la silla, se apartó un poco y cruzó los brazos manteniendo una mirada fija sobre él.

     Dans agarró el tazón, dio un soplo y cuando quiso agarrar la cuchara esta se le cayó de la mano; aún no tenía fuerza suficiente ni para coger un utensilio.

     —Eso creí —recogió la cuchara del suelo, la lavó y la colocó de nuevo en el tazón—. No seas testarudo.

     Dans hizo una mueca.

     —Me siento como un niño —se quejó. Puso una mirada indiferente y aceptó con reticencia. Lara solo sonrió y levantó la cuchara llena.

     —Bien —sonrió—, abre la boca.

     Dans hizo caso reaciamente y tomó el primer sorbo, no podía creer que alguien le estaba dando de comer, no recordaba ni siquiera la última vez que alguien hizo tal cosa por él. Desde que tenía memoria jamás había pasado y ahora se sentía como un niño de cuna. Pudo notar que la twi'lek disfrutaba viendo su expresión, el ambiente era cómodo y acogedor, y eso solo hacía avergonzarse aun más. El vocerío de las gentes se coló por la ventana, el laburo había comenzado y ambos tenían el día libre, una gran ironía a ojos de Dans. La escena con la cuchara se repitió al menos una veintena de veces y en todo ese tiempo Lara no había dejado de enternecerse, le causaba algo de gracia y cada cierto tiempo dejaba escapar una que otra risa pequeña.

     —Gracias —dijo Dans tras sorber la última cucharada.

     —No seas tan orgulloso —le dijo mientras ponía el plato vacío sobre la mesa—. Entonces, señor cazarrecompensas, ¿cuál es su plan?

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora