Deberes

458 35 38
                                    

     —Vaya que está increíble la nave —exclamó Dans al ver el carguero corelliano frente suyo—, se ve muy diferente a la primera y única vez que la vi cuando asaltamos las instalaciones de esa mafia llamada Grupo República —caminó casi hipnotizado hacia la rampa de abordaje. Lara mantuvo la frente en alto llena de orgullo—. ¿Cómo es que...?

     —Antes de ser camarera, yo era mecánica.

     —Por eso sabías dónde quedaba aquel taller de refacciones.

     —Exactamente —dijo con suavidad noble.

     —Genial —la sonrisa que tenía dibujada de oreja a oreja nadie podía quitársela en ese momento.

     —Pues también debo admitir que hiciste un gran trabajo —agregó Ahsoka, un poquito reacia—, a diferencia de aquella vez... Me sorprende que haya podido llegar a Ilum sin todas esas mejoras que tiene ahora.

     —Y usé, siempre, partes sobrantes de los cazas estelares jedi que iban a ser enviadas a fundición. No fue difícil obtener el permiso, más cuando les dije que venía de parte tuya —miró a Dans.

     —Me alegra poder haberte ayudado... aunque no tan directamente —respondió él.

     Lara notó que Dans quería entrar en la nave, se le veía inquieto e impaciente, le pareció gracioso y tierno y le instó a hacerlo.

     —Entra y échale un ojo —dijo.

     Dans no se lo pensó dos veces y entró a paso apresurado dentro del carguero; aquella desgracia había valido la pena, al menos en cierto sentido para él, pero no se olvidaba del ovissian que lo había dejado internado en el hospital. Recordaba claramente su rostro y el cuerno roto imposible de confundir, y estaba seguro que, si lo volvía a ver algún día, no dudaría en asestarle un tiro entre las cejas para devolverle el favor.

     Pasó al menos una hora en la que el chico curioseó cada espacio de su nueva nave y Lara no desperdició ocasión alguna para explicarle las modificaciones, reparaciones y agregados que le hizo con tanto esfuerzo, esmero y paciencia. Ahsoka llegó a sentirse de mal tercio mientras los acompañaba en el recorrido; podía notarse su incomodidad, pero decidió disimular al ver a Dans tan animado, no quería hacer que se preocupara por ella, aunque eso le encantara a la togruta, aunque le encantara que sea atento con ella, dulce y meloso, como aquella noche que lo hizo quedarse a dormir en su habitación.

~~~~

     —¡Ahora presiona el botón del estabilizador magnético! —indicó Lara—. ¡Pero primero enciende el motor repulsor! —se llevó una mano a la frente en son de cansancio.

     —¡Eso intento! ¡Pero los botones son todos iguales! —respondió Dans, desde el asiento del conductor de un aerodeslizador RGC-16.

     —¿¡Cómo van a ser todos iguales si desde aquí puedo diferenciarlos claramente!?

     —¡Los verías mejor si estuvieras más cerca! —ojeó deliberadamente el panel de control hasta que encontró el botón que encendía el motor, lo presionó rápidamente y el zumbido húmedo del vehículo elevándose le revolvió los oídos, luego, presionó el botón del estabilizador magnético para que se sostuviera en el aire y entonces quedó estático—. ¡Creo que ya lo tengo!

     —¡Bien! ¡Ahora sostén firmemente el timón y haz girar el aerodeslizador!

     Dans acató la indicación con tacto, viró el timón a la derecha y el vehículo giró, pero con un sonido extraño, como si el motor estuviera a punto de estallar.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora