This Fffire

355 33 30
                                    

     Un proyectil separatista impactó en la cornisa de uno de los edificios residenciales cercanos al Torreón Mayor, los soldados clon se cubrieron al instante. Afuera, el ejército droide había rodeado por completo todo el perímetro de la muralla exterior y los AAT no dejaban de disparar sus gruesos cañones contra los tres baluartes que aún resistían la envestida.
     Dans posó las mano sobre la mesa holográfica móvil dentro de una de las tiendas de campaña instaladas en una explanada detrás del torreón, frunciendo el ceño mientras revisaba un mapa de la ciudadela junto a sus principales oficiales.

     —Necesitamos pelotones aquí, aquí y aquí —dijo mientras señalaba con el dedo tres ubicaciones dispuestas a modo de tridente alrededor de la Avenida—. Instalar escuadrones de francotiradores en este grupo de edificios y los vehículos acondicionados con torretas detrás de estas barricadas en... este punto y en este otro —indicó dos calles aledañas a la vía principal que eran arterias urbanas igual de importantes.

     —Señor, nuestras fuerzas ya no dan abasto —informó Carter con una leve preocupación a flor de piel—. Con cada hora que pasa perdemos más y más hombres, pronto no habrán suficientes para defender ni siquiera uno de los torreones.

     —Nunca fuimos suficientes —respondió Dans—. Estamos por cuenta propia, pero si lo mejor que podemos hacer es resistir hasta que llegue la ayuda, vamos a hacerlo.

     —¿Y si no lo hace? ¿Qué pasará cuando los droides ingresen a la ciudadela?

     —Nos retiraremos al segundo anillo defensivo —miró hacia las murallas interiores que aún se levantaban tan imponentes en medio de toda la oscuridad espantada por el fuego del desierto—. Tenemos suficientes suministros para aguantar unos cuántos días más. Además, ya tengo a un equipo trabajando en un plan de contingencia.

     El barullo se esparció entre todos los cargos ahí presentes, Dans estaba hablando con demasiada frialdad, pero tenía sus motivos, no podía mostrarse perturbado en un momento así.

     Con algo de pesadez, se giró hacia las grandes murallas exteriores, el fuego en las afueras hacía ver la sombra de los muros con un toque fantasmal, desolado, mientras las chispas azules titalaban en lo alto convertidas en murmullos de desesperación. Si es que existía una palabra para describir aquella escena, Dans no la conocía o al menos no la recordaba, su mente divagaba entre sus pistola S-195 y el filo del cuchillo improvisado que se escondía bajo su larga gabardina.
     Dirigir un ejército de resistencia no era nada fácil, los lamentos de los soldados heridos llegaba hasta sus oídos como un recordatorio de que todos ellos estaban bajo sus órdenes, y que todo lo que les sucediera era responsabilidad suya y de nadie más.
     «Yo no pedí esto», se dijo en sus adentros antes de deslizar su mano hasta un bolsillo interno y sacar su petaca casi vacía de agua. «Esto es trabajo para un jedi». Él era un cazador, no un soldado, en eso le daba la razón a la maestra Luminara, aunque ella fuese más una piedra en su zapato antes que una miembro de la Orden a quien considerar aliada. ¿Los jedi eran realmente tan ingenuos? ¿Estaban realmente haciendo lo correcto? A simple vista parecían ser más unos pacifistas religiosos antes que generales de legiones, pero las apariencias engañan, y Dans más que nadie lo sabía bien. De todas formas, desconocía la historia de la Orden.

     Caminó hasta la gran puerta principal de la muralla exterior de la ciudadela, al mando de dos centenares de soldados, su fuerza principal, consciente de que estaba a punto de ser destruida; una parte del resto de las tropas se habían quedado para fortificar el anillo interior mientras que la otra estaba distribuida por todos los adarves cercanos al Torreón Mayor. Era cuestión de tiempo antes de que los separatistas ingresaran en la ciudadela, pero tenía que retenerlos lo suficiente para que llegaran los refuerzos... Si es que lo hacían.
     Solo una cosa era totalmente clara: iba a luchar por cada calle, cada edificio, cada esquina y cada barricada que había entre la muralla exterior y la interior. Los AAT no habían dejado de cañonear las grandes puertas desde que alcanzaron las trincheras; si las dejaba cerradas hasta el punto en que ya no aguantaran más, el daño sería mucho más catastrófico para ellos, por lo que solo le quedaba una opción: debía abrirlas y fulminar a cuantos droides entraran de lleno por el umbral hacia el interior. No era una idea bonita, pero era la única que se le había ocurrido.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora