¡Pronto el ballenero vendrá!
Y azúcar, té y ron traerá
La la laralalala... será hora de zarpar...Dans iba tarareando una canción desde la zona común de la corbeta CR90 que iba de regreso a Coruscant. La gran nave diplomática era cómoda, lo suficientemente espaciosa como para no sentir las idas y venidas de toda la tripulación.
La semana previa había sido pesada, insoportable y extremadamente aburrida para él. Primero, la partida desde Mandalore, donde se había terminado haciendo conocido de la mismísima duquesa Satine gracias a la facundia de la senadora Chuchi y de lo pintorescamente bien que había hablado de él ante ella, tanto que terminaron haciéndole un pequeño reconocimiento privado entre los embajadores de la República y los representantes de los Sistemas Independientes por su "admirable gesta" al proteger a Riyo. Luego, el arribo a Kalevala y las larguísimas reuniones diplomáticas a las que se había visto obligado a asistir al ser el escolta personal de la senadora lo habían torturado más; cuatro días seguidos de disertaciones, estipulaciones, ajustes de condiciones y una ceremonia de firma del tratado comercial entre Pantora y Kalevala que duró doce horas seguidas entre los discursos y exclamaciones de cada uno de los representantes presentes en la mesa.
Cuando pisó por primera vez la rampa de abordaje de la corbeta, sintió que era un paso de vuelta a la libertad. «¡No más reuniones!», se dijo en ese momento, y cuando la senadora se hubo instalado en su propia habitación, él fue casi corriendo hacia la cabina que le correspondía. Ahora quería pasar la espera de alguna forma y distraerse durante el viaje.—¿Le gusta cantar? —preguntó Riyo mientras se acercaba a él tras aparecer bajo el umbral de la puerta que llevaba al puente de la nave.
—Oh, senadora —se acomodó la gabardina para no parecer desaliñado y se sentó con la espalda recta—. Eh... bueno... es una forma de matar el rato.
Ella miró a los costados, se cercioró de que no hubiera nadie y se sentó frente a él en el sillón semicircular que rodeaba una mesa de centro blanca anclada al piso.
—¿Y la canción de hace unos momentos? —mostró interés, había escuchado algo de la letra y la tonadilla era muy pegajosa y alegre.
—Ah, es una saloma, suelen cantarse para hacer más ameno el trabajo cuando se está a la mar; y la de ahora narra la historia de un capitán que iba a la caza de una gran ballena.
—¿Usted fue marinero, agente Ryder? —inquirió con una sonrisa, eso era algo que no se había esperado.
—Bueno, algo así... En realidad no fue por mucho, pero puede decirse que sí —alzó los hombros. «Piratas somalíes», se recordó con algo de gracia.
—¿Entonces podría cantarla para mí? —apoyó los codos sobre la mesa, juntó las manos y posó su mentón sobre el dorso de ellas. Su rostro era tan dulce que Dans no pudo decirle que no, aunque tampoco es que quisiera negarse, era una de sus salomas favoritas, así que se sintió halagado de que ella quisiera oírla.
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Entre Estrellas: A Star Wars Fan History I
Science Fiction¿Y si una persona de nuestro mundo, La Tierra, terminara varada en la galaxia de Star Wars? ¿Cuál sería el viaje que ocurriría? ¿Qué significaría? ¿Qué misterios lo hicieron posible? Descúbrelo y veamos qué nos depara este relato. Primera entrega d...