Lío

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     —Esto está mejor de lo que pensé —dijo Dans, dándole una mordida profunda a la dona que tenía en la mano—. No creí que volvería a probar esto jamás —dio otro mordisco—. Dios, qué bueno es vivir.

     Ahsoka y Lara lo veían atentas mientras se esforzaba por no atragantarse; era ya la novena dona que se terminaba él solo, junto con la tercera taza de café que venía en bandeja.

     —Cuidado, muchacho, no te vayas a empachar —bromeó Hermione, la camarera, mientras le servía—. ¿Pedirán la cuenta ya, chicos?

     —Sí, por favor... jeje...—respondió Ahsoka, con una sonrisa algo avergonzada por la forma desesperada de comer de Dans. A decir verdad, él no era muy recatado, por lo que las reuniones serias con gente fina le eran todo un martirio. Ni siquiera recordaba cómo había podido comportarse en la mesa de Mina Bonteri cuando la visitaron aquella vez.

     —¡Vaya, vaya! —intervino la gruesa voz de un besalisko de piel gris y bigote, renqueando hacia ellos con los brazos extendidos—. Qué agradable es ver a alguien que disfruta de la comida de uno. ¡Simplemente maravilloso! —se sentó al lado del chico, apoyando la mano sobre su hombro—. No había visto a alguien tan animado en mucho tiempo, tendrás un descuento especial del veinte por ciento hoy.

     Dans bebió un sorbo de café, carraspeó un poco y habló, también con una sonrisa dibujada en el rostro.

     —¡Claro! ¡Claro! Que no he probado tan buena comida en mucho tiempo —aquel comentario tocó un peligroso nervio en Lara—. Tenga por seguro que podría convertirme en cliente frecuente. Sí. Muy frecuente —rio.

     —¡Música para mis oídos! —exclamó el besalisko—. ¡Yo soy Dexter Jettster! Dex para los amigos, viejos... y nuevos, como tú —metió la mano a su bolsillo, hurgando ligeramente dentro hasta que sacó una pequeña tarjetita que colocó en la palma de la mano del chico—. Esta es mi tarjeta, algunas veces hacemos entregas a domicilio, pero todo depende del novio de Wanda —la droide.

     «No creo que funcione una entrega al Templo...», pensó Ahsoka, con justa razón.

     —¡No se preocupe! ¡No se preocupe! —animó Dans—. Para la comida nunca hay barreras, todo platillo se debe degustar con calma jeje, con... hedonismo... —y eso era algo que había aprendido muy bien, cortesía de su vida en Perú y México—. Tenga, cóbrese —sacó unos cuántos créditos y los puso sobre la mesa—, puede conservar el cambio, esta comida es espléndida. Yo hoy invito a las damas.

     —¡Wanda! —llamó Dex, agitando la mano—. Trae dos vasos de esa bebida de Kuat, quiero brindar con mi nuevo amigo, y procura que estén bien cargadas.

     —A la orden, mi cielo —le respondió la droide, desde detrás de la barra.

     —Y dime, ¿a qué te dedicas? —preguntó Dex. Ahsoka sintió un cosquilleo nervioso, preocupada por lo que Dans podría decir.

     —Solo soy un hombre humilde que se busca la vida en la galaxia —le respondió el chico, acomodándose el cuello de su gabardina a la par que lo veía por el rabillo del ojo—. Todos tenemos siempre algún incentivo, un objetivo que cumplir. Muy soñador, pero es verdad.

     —Tienes toda la razón —respondió el besalisko—, y Coruscant es el mejor lugar para eso. Aquí puedes reinventarte, no importa tu pasado, ni lo que hayas hecho, ni quien hayas sido; Coruscant siempre te dará una segunda oportunidad. Y todo buen y sensato hombre sabe tomarla —estiró la mano, listo para dar un apretón.

     La togruta advirtió una ligera turbación en la Fuerza cuando Dans y Dex se estrecharon las manos, así que guardó un poco de cautela y continuó prestando atención. Ambos brindaron, rieron y actuaron como si cerraran un trato. Lara, por su parte, seguía algo inquieta por lo de hace un rato; debía aclarar su mente y su corazón, comprenderse a sí misma y pensar. Y supo que necesitaría tiempo. Había mucho que esclarecer. Mucho.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora