En Marcha

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     «¡Mueran! ¡Mueran, malditos!», Akali vio al teniente dentro de sus sueños, rodeado por la oscuridad, con los blásteres en las manos, apretando los gatillos desesperadamente como si quisiera fulminar a un animal. Podía ver el terror en sus ojos, los nervios, el sudor que le caía a chorros por las sienes y la nuca. La gabardina gris estaba manchada de sangre que no era suya, tenía rasgones y jirones, y corría por un pasillo destruido a toda velocidad. Estaba escapando de algo.
     En eso, se detuvo en seco frente a una bifurcación, miró a ambos lados sin saber bien cuál camino debía tomar y al final se decidió por el de la izquierda. Siguió corriendo, mirando por encima del hombro de vez en cuando, volviendo a disparar cada que sentía un cosquilleo en la garganta. No parecía tener fin.
     Llevaba en el cinto su cuchillo improvisado, algo de sangre goteaba de la punta, sus borceguíes tenían una suciedad putrefacta pegada a las suelas. Entonces, giró por un desvío, se asió a un tubo oscuro y miró hacia atrás. Poco le duró la calma cuando de repente algo lo atacó por la espalda. Ella se concentró en la escena, no podía ver qué lo atacó, no mientras él no lo hiciera directamente desde el sueño, era como si estuviera dentro de su cuerpo, como espectadora silenciosa de todo lo que él vivía. Los ojos del teniente se abrieron como platos con el rugido que apareció en su cuello, volteó, levantó el brazo, dejó escapar un grito y disparó. Los parpadeos azules del plasma revelaron intermitentes las fauces de una bestia deforme, un monstruo, con garras vomitivas, protuberancias óseas, la infecta carne expuesta al aire y con malformaciones grotescas junto a la piel rasgada y sangrienta de la que manaban fluidos rancios y asquerosos, abalanzándose sobre él... y ella.

     Akali se despertó de súbito cuando en los sueños vio los colmillos abrirse una vez más, sintió que la devoraba a ella. Se sentó de súbito sobre la blanca arena, a mitad de la noche; apenas quedaba nada del fuego, solo una pequeña flama ahogándose en la vastedad, y el viento que susurraba solitario. Se miró las manos, estaban temblando, incluso su respiración se agitó de repente, y un escalofrío le recorrió los huesos cuando volvió a ver aquella aterradora imagen en su mente. No entendía qué había sido eso, una pesadilla, quizás, pero no suya; la sintió tan real. Volteó a mirar al teniente, la sombra del fuselaje le escondía la mirad del cuerpo, pero notó que también temblaba, estaba apretando el puño.
     Se calmó a sí misma antes de ponerse de pie y caminar hacia Dans, pensó que quizás el estrés de haberse estrellado les había afectado un poco, todavía debían tener los nervios de punta, tampoco habían comido nada.
     Se inclinó hacia él en cuanto estuvo a su lado, pudo reconocer signos de agotamiento en su rostro, la estaba pasando mal. Suspiró, se puso a pensar si era buena idea o no despertarlo, y al final optó por hacerlo, después de todo, pensaba que era mejor sacarlo del mal sueño. Pero en cuanto le tocó el brazo, una escena repentina de horror le sacudió el cuerpo entero, una vista fugaz del monstruo que vio en sus pesadillas; no lo soportó, quitó la mano del susto, pero él la sintió y le agarró la muñeca por reflejo tras abrir los ojos.

     Cruzaron miradas durante un par de segundos, Dans pudo notar el pequeño pavor en Akali y comprendió lo que había sucedido.

     —¿Q-Qué...? ¿Qué eran esas cosas? —preguntó ella.

     —Nada, solo un sueño —respondió él.

     —Eso no era un simple sueño —increpó, sobresaltada—. Yo... lo vi... Tú...

     —Hay cosas que es mejor no saber —agregó al segundo—. Venga, déjalo ya.

     La soltó, no se había dado cuenta de que le estuvo apretando la muñeca un poco, pero a ella no le importó.

     —Solo dime qué era eso que vi.

     Dans dudó por un segundo, miró a la arena, luego a sus manos y finalmente volvió a mirarla a los ojos antes de responderle; aunque no estaba muy seguro de hacerlo.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora