Contrabando

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     —¿Se puede saber qué sarlacc estás haciendo? —preguntó Tax al ver bajo los controles de la cabina a Blades.

     —Solo le estaba haciendo unas cuantas modificaciones a la girabilidad del timón —respondió él. Tenía el rostro manchado con un poco de aceite negro y los cables se esparramaban por todo el piso de la cabina de pilotaje.

     —Le hiciste unas modificaciones hace menos de dos semanas ¿y ya le estás metiendo mano de nuevo? ¿Qué se supone que haremos con este desastre? —estaba agotado, cada que algo pasaba dentro de la nave generalmente era él quien terminaba limpiando el desastre.

     —Ahí es donde entras tú, mi querido amigo, siempre puedo confiar en ti para todo —le dijo—. Eres el encargado del mantenimiento.

     —No, no, no, esta vez tú mismo limpiarás esto y dile a la chatarra que te ayude —le pasó el soldador que Blades le había indicado con el dedo.

     —Espero que no te hayas referido a mí con "chatarra" —intervino una voz metálica detrás de él. T1 estaba parado justo afuera de la entrada a la cabina con una sierra giratoria circular en una de sus manos.

     —Claro que no, claro que no, me refería a alguien más, a... —hizo una pausa para pensar—, a uno de los droides que la compañía destinó a para las reparaciones —intentó persuadirlo con algo de nerviosismo.

     —Tu ritmo cardiaco está un poco acelerado —indicó el droide—. Estás tenso —sus visores negros emitían un leve parpadeo rojo que agitaba el ambiente.

     —Bueno... —balbuceó un poco— verás... estoy harto de que este tipo siempre me eche la pelota de todo —se sentó exhausto sobre el asiente del copiloto—. Ustedes deberían de ayudar más seguido, se supone que tenemos la misma cantidad de deberes en esta nave, pero creo que soy yo el que termina haciendo de más.

     —Ah, no te quejes —inquirió Blades mientras se limpiaba el sudor de la frente con un pañuelo blanco, sucio y viejo, que tenía al lado—. Tú mismo lo has dicho, tenemos la misma cantidad de deberes y así es. Y los decidimos en base a nuestras capacidades —levantó el dedo índice resaltando sus palabras—. T1 es un droide, así que no puede hacer las mismas cosas que tú, como, por ejemplo, limpiar los conductos de ventilación o los compartimentos de carga.

     —¿¡Ese es tu argumento!? ¡Tengo un par de gigantescos cuernos en la cabeza! Prácticamente esa debería ser labor tuya —tomó uno de los destornilladores de su chaleco y lo apuntó hacia Blades.

     —No porque yo soy el piloto y el capitán, tengo que encargarme de... las labores administrativas y de gestión —puso su dedo sobre el extremo de la herramienta y la hizo hacia un lado con lentitud.

     T1 y Tax se miraron extrañados.

     —¿Cuándo aprendiste esas dos palabras? —preguntó el droide.

     —¿De qué estás hablando? —respondió Blades.

     —Pensamos que eras un mero imbécil —añadió Tax aún con la boca abierta.

     —Sí, eres un vago que pilota este trasto a donde sea que te indiquen por un poco de dinero. Y aparte de eso pasas la mayor parte del tiempo en bares de mala muerte —dijo T1—. Ese lenguaje culto no es propio de ti. No puedo procesarlo.

     —Eso sí fue muy desconsiderado —protestó.

     —¿Desconsiderado? ¿En serio? —repitió Tax. Ahora él y el droide estaban más desconcertados que nunca—. Hombre, tú no eres así, si no te conociera diría que está bien, pero... ahhh ya entiendo —rio con algo de malicia—. Quieres conquistar a la secretaria de ese tipo ¿no? —le codeó en el brazo mientras esbozaba una sonrisa burlona—. La vi un par de veces y sí que es bonita, pero ten cuidado o Kanta te va a matar.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora