Suaves Momentos

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     —Tenemos el sistema —dijo Anakin—. Mandell está bajo nuestro control, así como su luna. Las fuerzas separatistas ya fueron desmanteladas y se ha instalado una estación de investigación en el Templo de las Arenas, ahora solo nos queda seguir avanzando, pero tomar todo el Espacio Bothan tardaría años, son demasiados sistemas y no tenemos la fuerza necesaria para ir uno por uno; yo sugeriría un cambio de estrategia.

     El Consejo Jedi estaba frente a él, todos en holograma desde Windu hasta la maestra Secura, pasando por Ki-Adi-Mundi, Kit Fisto, Plo Koon, Obi Wan y Luminara y, desde luego, el maestro Yoda en la cabecera central. Ahsoka estaba a su lado, pensativa, atendiendo al reunión junto a las proyecciones holográficas de las senadoras Padmé, Riyo y el almirante Yularen, quienes se encontraban en el crucero Venator del general orbitando el planeta y, resaltando con una tranquilidad innata, el Supremo Canciller Palpatine junto al maestro Yoda.
     Las noticias de la toma de la ciudadela se esparcieron como la chispa en la pólvora, el Senado Galáctico estaba sumamente complacido, la obtención de un mundo tan rico en minerales y con la presencia de uno de los templos jedi más grandes de los que se tenía registro crearon júbilo entre los senadores y un alivio profundo entre los maestros de la Orden, ahora se tenía una base de operaciones que frenaría los avances de la Alianza Separatista en el Borde Medio de la galaxia. Aun así, la capital, Bothawui, era el objetivo principal, si no la tomaban tendrían un frente al cual seguir destinando recursos de manera indefinida y lo que menos se quería era estancar la guerra en un sector; los separatistas no tenían problema con eso, podían fabricar cuantos droides quisieran poniendo sus fábricas a toda potencia, pero la República no, y cada soldado clon costaba cinco veces más que un droide y tomaba tiempo en estar listo para el combate.
     Padmé había abogado por una disminución en la producción de clones, argumentando el cómo esta ejercía demasiada presión en las arcas del gobierno y las finanzas, pero las necesidades de la guerra hicieron a un lado sus protestas y la reciente victoria había postergado esa idea. Ahora lo que se discutía era el siguiente paso en el frente bothan y Anakin quería convencer al Consejo de reunir una flota e ir directamente a por la capital.

     —Concuerdo con Skywalker —dijo Ki-Adi-Mundi—, hay muchos más mundos que requieren de nuestra atención y ayuda, si logramos espantar a los separatistas del Espacio Bothan podremos redirigir nuestros esfuerzos en acercarnos a la frontera de los mundos de la Alianza y más cerca estaremos de terminar la guerra.

     —Pero temo que esa parece una tarea cada vez más difícil —intervino Padmé—. Mientras más soldados destinamos a los frentes, más mundos de la República quedan desprotegidos y comienzan a dudar de su posición.

     Hubo un corto silencio, tenso, frío, Yoda y Palpatine cruzaron miradas, inquietos, antes de que el canciller se dirigiera a Padmé con las manos cruzadas sobre su regazo.

     —En ese lado temo que tenemos lamentables noticias, senadora Amidala.

     —¿A qué se refiere, supremo canciller? —preguntó Padmé, frunciendo el ceño. Riyo hizo lo mismo, pero más preocupada.

     —Como bien sabe... el cruento asesinato del senador Deechi generó una fuerte crisis diplomática entre la República y Umbara, y por tanto las relaciones entre nosotros se deterioraron mucho.

     —Sufrimos un atentando directo —señaló Riyo—. Se había convocado a una reunión de emergencia por ello, los separatistas nos ofrecieron la paz y luego nos atacaron por la espalda.

     —Lo recuerdo muy bien, senadora —respondió Palpatine con la voz apenada—, pero desgraciadamente la razón no alcanzó a los umbaranos, la muerte de su representante solo fue la gota que derramó el vaso y ahora el agua se ha esparcido.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora