Dilemas

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     —¡Colocad esa columna ahí! —ordenó Dans, al mismo tiempo que miraba los planos en el datapad que tenía a la mano, él mismo estaba dirigiendo parte de las obras de limpieza de la ciudadela, especialmente la de las calles adyacentes al complejo principal—. ¡Un poco a la derecha! ¡Cuidado con golpearla contra esa pared! —el soldado clon que operaba la grúa asintió con la mirada y movió cuidadosamente el mando de control hacia un costado. La columna de duracreto, a un metro de distancia del suelo, se meció por acción del viento que soplaba desde el mar de dunas—. ¡Un poco más! ¡Con cuidado...! ¡Ahí está bien! —alzó la mano e inmediatamente el clon dejó la columna en paralelo a la pared de manera que no estorbara el paso de los AT-TE que se dirigían a tomar posiciones en la gran plaza.

     —¿Acomodándote a tu trabajo, Dansito? —la voz de Ahsoka llegó desde su espalda. Dans se volteó a verla, la luz era relativamente escasa, las paredes a donde no llegaba estaban teñidas de un azul oscuro natural y nocturno, por lo que fue increíble ver los ojos de la togruta como un par de luceros celestinos—. Parece que te lo has tomado muy a pecho, llevo rato buscándote.

     —¿Has venido a reírte? Porque temo decirte que no estoy de humor —respondió Dans a modo de juego—. Mira todo lo que tengo que hacer... Esto no vamos a terminarlo ni hoy... ni mañana... ni pasando mañana... ¿No querrás ser tú la que tome el mando de esto? —la luz de las estrellas se dejó ver después de que las nubes fueran empujadas por el viento.

     —No, gracias, eso te lo encargamos a ti —sonrió con malicia—. ¿Después de todo, no fuiste tú el que conquistó Mandell? —comenzó a caminar alrededor de él—. Lo mínimo que puedes hacer es aceptar la responsabilidad que eso trae consigo.

     —¿Me estás diciendo que Anakin y tú siempre se quedan a limpiar los sitios donde tienen sus batallas? —inquirió Dans, juzgante.

     —Ammm... Este es un caso particular —se excusó la padawan—. Estamos escasos de personal, así que alguien tiene que quedarse aquí a ordenar todo. Limpiar las calles y ayudar a la población civil que se vio atrapada en el fuego cruzado.

     —Limpiar los escombros es una cosa, muy estresante a decir verdad —tiró levemente del cuello de su polo para darse aire—. Pero encargarse de esos bothan ya es demasiado, ¿qué se supone que voy a hacer? ¿Armar fiestas? ¿Eventos culturales? Por favor, Ahsoka —la tomó de las manos mientras ponía una mirada suplicante—, encárgate tú, yo sé que puedes, tú eres una comandante, todos te harán caso, yo soy solo un simple teniente.

     La padawan llegó a considerarlo por unos breves segundos, casi la convence, pero no se dejó influenciar, las cosas se habían decidido ya y por nada del mundo iba a cambiarlas. Además, lo hacía también para cuidar a Dans, un leve respiro del campo de batalla le ayudaría a recuperarse, mejoraría tanto su estado emocional como espiritual y haría que ganara experiencia con temas administrativos.
     Ella lo sabía mejor que nadie: era aburrido pero efectivo.

     —Por mucho que me gustaría decir que sí... —le acomodó el cuello de la gabardina con suavidad—, temo que tendrás que arreglártelas tú solo esta vez, Dansito. Lo siento, así son las cosas.

     —Qué gran ayuda eres —bufó Dans, y casi de inmediato dio media vuelta en dirección hacia una estrecha calle que conectaba con un parque a tres cuadras de la gran plaza. Las casas a ambos lados estaban oscuras, casi derruidas, no había ninguna luz, solo podían ver lo que tenían delante gracias a la ligera iluminación de la luna. Ahsoka lo siguió de cerca, con las manos cruzadas en la espalda mientras daba pequeños saltos alrededor de Dans para distraerse un poco.

     Los escombros atiborraban toda la calle desde las veredas hasta el portal de la izquierda, podía verse el interior de algunas casetas debido a que sus paredes se habían caído, era un panorama muy lúgubre, pero por la bulla de toda la maquinaria y los soldados trabajando a lo largo de toda la ciudadela se sentía como caminar por las ruidosas manzanas de Coruscant. Desde luego, al estar en una calle solitaria, el bullicio llegaba bajo y pesado, y creaba una atmósfera relajante, casi pacífica.
     Solo la luz de la pantalla del datapad de Dans se hacía notar en medio de la oscuridad, pintándole el rostro de azul a medida que llegaba a la primera esquina. Ver tantos registros, datos, informes, mensajes y notificaciones terminó siendo tedioso, no recordaba la última vez que le había pasado eso, hace mucho que ya no tenía su celular a la mano, ahora ese pequeño aparato debía estar guardado en una caja debajo de la litera de su cabina en el Templo junto con varios más de sus objetos personales, los últimos recuerdos que le quedaban de su antigua vida y de su antiguo mundo.
     Casi por instinto, llevó su mano derecha hasta uno de los compartimientos de su cinturón táctico, ahí donde había guardado su viejo MP3, y lo palpó con la yema de los dedos. Un golpe de sentimientos nostálgicos le acarició el rostro cuando pensó en la Tierra.
     La sombra de una sonrisa triste se dibujó en sus labios.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora