El corazón le dolía bajo el pecho, pasaba frío a pesar de estar abrigada y sostenía con fuerza las correas de la mochila que antes había llevado su escolta. Se sentía sola, estaba sola, el mundo se le había vuelto un pozo del que creía no podría salir... no sin él. «Apenas y te conozco... —dijo en su mente—. Y siento que has estado conmigo una vida entera...». No entendía por qué, luchaba contra sí misma por escudriñar y desenredar ese apego inesperado, ese apego súbito que le provocaba una profunda y penetrante tristeza. Entonces recordó lo que su madre le decía siempre: "todo lo bueno llega de imprevisto", ¿era acaso él lo que en su cultura tanto solían predicar sobre la unión, sobre el emparejamiento? Se supone que era solo un agente, uno de los muchos que estaban al servicio de la República, uno más de los números que se reemplazaban a diario, no importaba si moría, ese era su trabajo, para eso los preparaban, para eso estaban, la vida de los senadores valía más que las de ellos; así que no tenía porqué angustiarse, ni agobiarse, ni siquiera pensar en él... pero, aunque se lo repitiera, era impensable ver a las personas de esa manera, así como era imposible desterrarlo de su mente. La calidez de su pecho, la dulzura sincera y desinteresada con la que la miró a los ojos, la preocupación que había demostrado por ella en todo momento desde el inicio... ¿Por qué? ¿Había sido así solo porque era su trabajo? ¿Solo porque debía protegerla como a la alta senadora que era? ¿Acaso él no se sentía igual que ella? «Y yo acepté», recordó las palabras de su escolta y le pareció que reforzaban con creces la penúltima pregunta que merodeaba en su mente. Quiso contenerse las lágrimas. Si solo se comportó así porque era su obligación, entonces la vida era más injusta que nunca; había creído encontrar a alguien que no fuera una especie de droide programado, había creído encontrar a alguien diferente, único, que era capaz de entenderla y tratarla como a una persona normal, olvidándose de su puesto, las estiquetas, su cargo y todas las cosas que la separaban del vulgo, pero... «y yo acepté»; esa pequeña frase se había vuelto su tortura.
Apretó aun más las correas buscando contener su frustración cuando cayó en cuenta de algo, un pequeño gran detalle escondido a plena vista, u oído: «y yo acepté», ¿aceptó? ¿Cómo que aceptó? ¿Acaso no se lo habían asignado como una orden? ¿Se lo habían pedido? La extrañeza se pintó en su rostro. Todos los agentes acataban órdenes sin importar las que fueran, a ninguno se le preguntaba si quería aceptar o no una misión, simplemente se la daban y debía cumplirla o sería enjuiciado. ¿Pero con Dans no? «Lo hizo por voluntad propia...», sintió que la pena se alejaba poco a poco, sintió una emoción dulce y cálida que no había sentido en años. Pero entonces solo se sintió peor: «vino por mí, y ahora el que está solo es él». ¿Dónde estaba? ¿Qué estaba haciendo? ¿Estaría bien? Llevaba muchas heridas en su cuerpo, se había sobreesforzado, de seguro ahora mismo estaría al límite, a punto de derrumbarse, a punto de quebrarse. «Sigue moviéndote...», envió su plegaria allá donde estuviera su escolta; esperando que pudiera oírla entre los oscuros corredores llenos de peligro y muerte y que volviera pronto a su lado. ¿Por qué lo quería?—Estamos llegando —la voz de Sansa destrozó su concentración y la sacó de su propio mundo.
—S-Sí —tartamudeó y desvió la mirada de vuelta al suelo.
La mandaloriana no podía pasar por alto aquello, la había visto apagada desde que le cerraron la puerta a su esposo y lo dejaron solo contra un enjambre de necromorfos. Se sentía culpable en el fondo, quizás si hubiera terminado un poco antes, si la reprogramación hubiese sido más rápida... pero no, por más que lo hubiese querido no hubiese pasado.
—Él estará bien... —posó una mano sobre su hombro, quería consolarla; era la única que podía hacerlo más o menos bien, ni Stina ni Rust servían para la empatía, y ahora la pantorana necesitaba más que un cobijo—. Tranquila, ¿si? —quería con todas sus fuerzas decirle que él volvería, pero no estaba segura de eso. ¿Quién podría sobrevivir a algo así? No tenía el valor para decirle que se preparase para lo peor, aunque era consciente del error que cometía al darle posibles falsas esperanzas.
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Entre Estrellas: A Star Wars Fan History I
Science Fiction¿Y si una persona de nuestro mundo, La Tierra, terminara varada en la galaxia de Star Wars? ¿Cuál sería el viaje que ocurriría? ¿Qué significaría? ¿Qué misterios lo hicieron posible? Descúbrelo y veamos qué nos depara este relato. Primera entrega d...