Tensos Roces

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     «Mmmm», pensaba Lara, tan concentrada que llegaba a dar miedo. Había algo que estaba faltando, algo que se estaba olvidando, ¿pero qué?
     Volvió a revisar detenidamente cada una de las bolsas sin desacomodar nada de lo que habían comprado, aprovechando que estaban sentados sobre un banco de la gran alameda, bajo la sombra de un gigantesco anuncio de comida roonana.

     —Maldito calor... —jadeó Dans, aireándose cuanto podía. Protegerse del sol era una cosa, pero lidiar con el bochorno era otra. Más cuando había salido con tamaño abrigo, ¿pero qué podía hacer? Siempre andaba con su gabardina puesta, era prácticamente parte de él, no podía dejarla... no podía olvidar el porqué—. Necesito algo de beber... —dijo, y metió la mano bajo su gabardina, hurgando sobre los compartimentos de su cinturón táctico hasta alcanzar su cantimplora, rebosante hasta el tope—. Sí... belleza divina... —quitó la tapa, pegó sus labios a la boca del recipiente y comenzó a beber tan desesperado que un poco del líquido se le derramó por ambas mejillas a modo de riachuelos, salpicando al piso.

     La twi'lek sintió un olor fuerte, se volteó hacia Dans y frunció el entrecejo.

     —¿Qué... es lo que estás tomando? —le preguntó mientras hacía una mueca de intriga lejana y, a la vez, juzgante.

     Dans se detuvo en seco. Se pasó el antebrazo por la boca secándose y trató de esconder la cantimplora de vuelta en su sitio.

     —¡N-Nada! —exclamó—. Es solo agua, siempre llevo agua conmigo —sonrió nervioso.

     Lara lo vio más de cerca, insegura, pero no tenía motivos para no creerle a menos que... Una gotita del líquido se había quedado en la mejilla de Dans, solitaria sobre la piel morena del chico. ¿En verdad era solo agua? Si lo fuera le habría hecho probar, era lo más lógico, o al menos le habría enseñado el recipiente. Así que no le creería nada hasta que lo confirmase. Se asió hacia él, aprovechó un momento y le lamió aquella gota rezagada para luego relamerse los labios, sintiendo el sabor.

     —¡Esto es licor! —gritó. Sus ojos desprendían chispas asesinas mientras apretujaba los dientes—. Tú... si serás... —estaba tan enojada que apenas podía articular las palabras. Dans estaba muerto del miedo y tenía razones de más para hacerlo. Durante el tiempo que habían vivido juntos en los Niveles Bajos se dio cuenta de que Lara detestaba el licor, y, más específicamente, a los ebrios, todos los días tenía que lidiar con ellos en su puesto de comida, esforzándose siempre por mantener un trato cordial para con sus clientes. Pero una vez rompió una botella de vino snivviano en la cabeza de un tipejo que, estando totalmente borracho, quiso tocar lo que no debía. Y ahora que acababa de descubrir que Dans llevaba una cantimplora llena de quién sabe qué tipo de alcohol, lo único que pasaba por su mente era una sola cosa: enseñarle que beber era malo. Con una buena paliza—. Eres un...

     —¿¡¡Q-Qué rayos crees que estás haciendo!!? —gritó Ahsoka saliendo de la nada. Nerviosa, sonrojada y con una tartamudez extraña mientras le apuntaba con el dedo índice temblorosamente—. ¡Sepárate! No lo toques.

     —¿¡Pero qué carajos!? —exclamó Dans, exaltado hasta los huesos. La togruta les había tomado por sorpresa.

     —¿Se puede saber qué estás haciendo tú aquí? —inquirió Lara, desviando su enojo hacia la padawan cruzada de brazos frente a ella.

     La tensión se acrecentaba en el aire como un huracán de miradas. «He sentido esto antes..., ¿pero dónde...?», pensó Dans en sus adentros, siguiendo la sensación mientras buscaba en sus memorias hechos de un tiempo pasado, un tiempo ahora tan distinto y lejano que parecía haber sido un sueño. «Ahhh, sí... ya lo recuerdo... Helena...», susurró en voz baja, ensimismado, ignorando lo que sucedía a su alrededor.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora