Coruscant

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     Grupos de clones custodiaban las instalaciones exteriores del gigantesco templo que se alzaba frente a él, la primera imagen que se le vino la mente al ver tal colosal estructura fue la de un zigurat, había investigado muchos de ellos antes, pero jamás vio nada como eso. Caminó junto a la padawan hacia la gran entrada custodiada por monumentos jedi finamente tallados, estatuas que resaltaban la magnificencia de la orden vigilaban ambos lados del final de las escaleras centrales; más allá, gruesos pilares marcaban el camino hasta la puerta principal del complejo, toda una maravilla para sus ojos, y dentro el decorado interior rebasaba cualquier belleza arquitectónica. Cientos de caballeros, maestros y aprendices caminaban tranquilos y amenos por los pasillos, estancias y salones, vestían todo tipo de atuendos, sobre todo mantos de todas las tonalidades marrones. El ambiente era una sublime mezcla entre lo tradicional y lo tecnológico, una fusión dulce de aspectos tan opuestos para sí que embelesarían a cualquiera que no esté familiarizado con ello. 
     Se limitó a seguirle el paso a Ahsoka a través de las diversas estancias del templo, no se percató del momento en el que los clones dejaron de acompañarlos, pero no le era de importancia. Llegaron hasta un elevador apostado en las paredes de piedra del lugar, al abrirse las puertas de este una figura extraña, alta y humanoide se presentó ante ellos, llevaba una máscara que cubría la mitad inferior de su rostro e igualmente sus ojos estaban cubiertos por alguna especie de lente negro con orificios; logró mantenerse tranquilo, comenzaba a acostumbrarse a ver tantas especies distintas coexistiendo juntas.

     —Maestro Plo —dijo la padawan con una leve reverencia—, qué gusto verlo nuevamente por aquí, ¿cómo ha estado? —preguntó al tiempo que dedicaba una sonrisa, como si de una viejo amigo se tratase y en efecto lo era.

     —Padawan Tano, mira cuánto has crecido, tu maestro debe estar orgulloso de tus progresos —el tono de su voz era congratulado, aunque su rostro sea casi inexpresivo—. Me informaron que vendrías, recibí el mensaje de la maestra Secura.

     —¿El mensaje de la maestra Aayla? —preguntó confundida—, yo... no sabía nad...

     —No te preocupes por eso, Ahsoka —interrumpió el maestro—, su transmisión se dio después de que dejaste el crucero —miró por encima del hombro de la padawan para fijarse en el acompañante—, te están esperando —dijo. Dans solo levantó las cejas con ligero asombro.

     —No estoy entendiendo la situación, maestro Plo —dijo Ahsoka con ligera timidez mientras el jedi se acercaba a Dans.

     —No es nada de otro mundo, pero parte del consejo tiene sus razones, se las diremos cuando lleguemos. Vamos, démonos prisa, no debemos hacer esperar a los demás —concluyó con esa voz grave y calmada que tenía.

     Ambos solo se miraron con gesto extraño y fueron tras del jedi. Llegaron hasta una sala de reunión donde un grupo de maestros se encontraba debatiendo frente a un holograma, una proyección de algún planeta desconocido. El maestro Plo descendió las pocas gradas que habían acercándose para unirse a la tertulia.

     —Maestro Plo, veo que noticias buenas traído ha —dijo el más anciano de todos, pequeño, verde y senil; su forma de hablar desconcertó un poco al chico, quien no había dicho palabra alguna desde hacía buen rato.

     —Sí, maestro Yoda, fui a recibir a la padawan Tano —respondió el maestro.

     Dans se acercó un poco hacia Ahsoka con algo de desconfianza sobre el resto de los presentes, ella lo miró de reojo y le hizo un gesto para que se tranquilice y comenzaron a susurrar entre ellos.

     —¿Quiénes son? —preguntó el chico.

     —¿Son los maestros jedi de la orden, los que tienen más alto rango —respondió la padawan—, quién está hablando ahora es el maestro Yoda, el más anciano de todos nosotros, a su lado están los maestros Fisto, Ki-Adi-Mundi, Luminara y Mace Windu, y al maestro Plo ya lo acabas de conocer.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora