117

8 0 0
                                    

Por alguna razón, Qi Rong sintió ese familiar escalofrío que decía "corre. Corre lo más lejos que puedas y no mires atrás".

Él había cumplido su palabra: había sacado del armario el atuendo que usó en el Reino del Alma Muerta y se lo puso con presteza, constatando que aún le quedaba perfecto. No es como si pudiera engordar o algo, pero la ropa podía encogerse. Cepilló su cabello, usando algunos adornos en trenzas, pero la mayoría lo conservó suelto; se aseguró de verse elegante y presentable para después salir de su cuarto.

Gu Zi, vestido de rojo y naranja, y los gemelos, con similares túnicas mentas, lo esperaban fuera de la secta. Los tres lo miraron boquiabiertos, el fantasma intentó no prestarle atención y preguntó:

—¿Dónde está Lang QianQiu?

—¿Dónde conseguiste esa ropa? —preguntó Su Ziming—. ¡Está increíble!

—Conocí a una amiga, y ella me la obsequió.

—Que bien te ves, Gege —dijo Su Jinwei—. Casi pareces un príncipe.

—¿¡Cómo que casi!? ¡Ven acá, mocoso insolente!

Todos se echaron a reír mientras Qi Rong perseguía a Su Jinwei fingiendo molestia. Luego de unos minutos, Gu Zi llamó su atención con un largo "woooooooow" dicho en tono de admiración. Entonces Qi Rong volteó y se quedó estático, de estar vivo seguramente se le habría detenido el corazón de la impresión y solo repitió, casi sin aliento:

—Wow.

Lang QianQiu había aparecido al fin. Usaba una túnica roja larga y amplia, con mangas largas y un cuello alto. La túnica tenía varios símbolos, entre los cuales se encontraban una estrella de cinco puntas y varios dragones, bordados con seda y oro. Bajo la ropa, podía verse túnicas interiores blancas. El dios había sujetado su cabello en un chongo apretado, que lo hacía ver elegante y majestuoso.

Fue entonces que Qi Rong tuvo esa sensación de huir. Lang QianQiu sonrió, acercándose a ellos, y preguntó cortésmente:

—¿Nos vamos?

*****

La gente de Ciudad Fantasma los seguía con la mirada a cada paso que daban. Nadie lo decía realmente, pero lucían como toda una familia imperial: un rey, su consorte, los cuñados y el hijo.

Aunque, sin que los padres se dieran cuenta, los tíos y el hijo se escabulleron cuando llegaron a los linderos que dirigían a la Mansión Paraíso. El primero en darse cuenta fue Lang QianQiu, que frunció el ceño y miró a su alrededor.

—¿Dónde está Gu Zi? —inquirió.

Qi Rong también miró a su alrededor, y vio que estaban cerca de la mansión de Hua Cheng. El Supremo suspiró y se llevó una mano a la frente, comprendiendo.

—Esos tres nos engañaron —dijo—. En realidad querían venir a la ciudad para buscar a esa serpiente tuerta...o a mi primo.

Era un engaño tan ingenioso que casi se echa a reír. Ese hijo barato suyo realmente aprendió sus trucos; no sabía si enojarse por haber sido timado o sentirse orgullo de ese trío.

—Ah, bueno, ya estamos aquí —dijo Lang QianQiu con desenfado—. Si ellos están con mi maestro, o con Lluvia Sangrienta que busca la flor, significa que están a salvo en caso de que encuentren algo que estuviera más allá de sus fuerzas.

El dios entrelazó su mano con la del Supremo de los bosques y lo jaló a su lado con una sonrisa, diciendo:

—¿No fuiste tú quien dijo que podíamos escabullirnos de los chicos para pasar un rato a solas? Creo que ya no será necesario.

—Bien, bien —dijo Qi Rong—. Qué demonios.

Pero... ¿por qué se sentía como una reina consorte consentida por su esposo?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 08 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora