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Habían pasado dos meses.

En todo ese tiempo, Qi Rong y Lang QianQiu seguían escuchando como los templos de los dioses que quedaban eran destruidos y saqueados, y las plegarias se habían vuelto prácticamente inexistentes. Para evitar que Lang QianQiu se deprimiera recordando su mal paso defendiendo uno de sus templos, Qi Rong decidió ponerle en la mira su pequeño posible problema con el nuevo inframundo.

O bueno, con el nuevo juez del inframundo. Y lo primero realmente importante que debían hacer era averigüar quién diablos era ese tipo. Pero... ¿cómo iban a averiguar eso sin llamar la atención antes de tiempo?

¡Gu Zi podía ayudar!

Claro que, iba a ser riesgoso y tanto el dios como el rey fantasma estaban listos para descartar esa idea hasta que Zhu Fuzhou dijo:

—Si hay un nuevo miembro del inframundo, es deber del maestro fénix presentarse adecuadamente. El joven amo puede ir sin peligro a indagar; después de todo está respetando el protocolo.

—¿En serio? —preguntó Qi Rong, entrecerrando los ojos con sospecha.

Gu Zi tenía la cabeza apoyada en la alabarda. Había descubierto que, si se concentraba lo suficiente, podía comunicarse con el espíritu de Lu Linghe. El joven cerró los ojos como si estuviera dormido, y al cabo de un rato los abrió y dijo:

—Es verdad. Forma parte del acuerdo que Lu Linghe hizo cuando forjó a Diyu.

Y sin que nadie le dijera nada, el joven se transformó en fénix y se dirigió al inframundo. Mientras esperaban, Qi Rong y Lang QianQiu especularon sobre los posibles problemas que podrían tener con esta reestructuración y sobre quién sería ese misterioso juez que era capaz de seguir a uno de los suyos hasta acá. Cuando Gu Zi regresó, Qi Rong estaba sirviendo la comida, el joven se dejó caer en su asiento con gesto derrotado y dijo:

—No pude verlo.

Todo el mundo volteó a verlo y Gu Zi hizo un puchero con tanta atención. Qi Rong le dejó un plato de sopa de loto y dijo:

—No pasa nada, hijo. ¿Pudiste averiguar algo?

—Le llaman Lan Fennu —dijo Gu Zi, tomando una cucharada de sopa—. Está bueno. Dicen que el hombre era un alma inmortal que fue atrapada por Jiang Qulian.

Otra vez ese nombre. En serio, qué sorprendente el hecho de que ese tipo esté pudriéndose en el vacío y todavía siga causando problemas.

—Espera un momento —dijo Lang QianQiu, frunciendo el ceño—. ¿Qué tipo de alma inmortal?

—¿Cómo que qué tipo? —dijo Qi Rong.

—Mi Guoshi dijo que había distintos tipos de almas inmortales.

Qi Rong miró a Lang QianQiu con confusión y éste se vio obligado a aclarar:

—Nombré otro Guoshi cuando me coronaron como emperador.

—Ah...

Lang QianQiu carraspeó y siguió como si nada, explicando:

—Las almas inmortales se dividen en tres tipos: las almas de los cultivadores humanos, las almas de los dioses y las almas de los mortales que lograron ascender en el momento de su muerte. Por lo general, estas almas suelen perderse con la muerte, pero los cultivadores humanos pueden pactar con entidades del inframundo para que sus almas permanezcan luego de la muerte.

—Así que... podemos asumir que este Lan Fennu era una persona común que se volvió cultivador inmortal... ¿qué hizo un pacto con el general Hong Wang del inframundo? ¿Por qué alguien haría un pacto con un fantasma vicioso?

Lang QianQiu se encogió de hombros. No había una respuesta para eso.

Criando un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora