Desde la muerte del antiguo duque Javaid, se puede escuchar una extraña leyenda en palacio, muchos aseguran que han conseguido ver al duque rondar por los lugares que más le gustaban dentro de Edevane. O persiguiendo a su hijo, Lennox ha intentado ignorar esa leyenda desde la primera vez que la escucho. Aunque de cierto modo tenía miedo de que su padre estuviera allí en realidad.
Lennox negaba la existencia del fantasma de su padre, aunque muchas veces ha llegado a sentir algo rondando por alrededor. La idea de implementar guardianes en palacio fue pensada por su padre, en un principio solo tenían el deber de proteger al duque. Muchos de los antiguos duques fueron encontrados muertos al lado del duque, la noche que los encontraron.
-Señor ¿En que está pensado? – a Zayer le intrigaba siempre los momentos en los que Lennox se quedaba mirando a la nada. - ¿Quiere que prepare su baño?
-Zayer ¿crees en la leyenda del palacio? – el guardián negó con la cabeza. – Se acerca el día de su muerte y mi hermana está insistiendo en llevar al doncel a visitar su tumba.
-¿Quiere que los acompañe para mantenerlos seguros? – el duque apoyo sus brazos sobre el escritorio y suspiro. – Sé que confía en esos guardianes, pero...
-Zayer, me gustaría que no te acercaras demasiado al doncel.
Zayer se quedó en silencio, cuando los ojos de Lennox se clavaron en él. Era la primera vez que el duque le mandaba una orden como esa, se sintió dolido por aquellas palabras, pero no podía decir nada. Siempre debía cumplir los deseos del duque, aunque eso pusiera su vida en peligro, así que simplemente asintió.
-Por alguna razón, el doncel te tiene miedo, por eso es mejor que te mantengas alejado de su lado, al menos de momento. – el guardián asintió. – Aunque me gustaría que vigilaras de cerca los movimientos de mi hermana, no dejes que se acerque a ese lugar.
-Señor, usted pidió demoler la cabaña, aunque la señorita Evangeline quisiera visitarlo, no podría. – los ojos de Lennox se mostraban gélidos. – Estaré atento, señor, no dejaré que la señorita se acerque a ese lugar.
-Podrías llamar a Pietro, necesito hablar con él.
El guardián apretó sus puños con irá. Él había conseguido el puesto de proteger al duque, después de muchos años de entrenamiento, pero Lennox seguía empeñado en elegir a Pietro como su confesor. Pietro no contaba ni con la mitad de habilidad y fuerza que él, el duque Javaid se lo había entregado a Lennox, cuando era mucho menos que un adolescente, para que aprendiera el manejo de la espada. Desde entonces, Pietro y Lennox era más que un simple guardián de palacio.
Había pensado muchas maneras de deshacerse de Pietro, nadie sospecharía de él, si se lo encontraban muerto. Pietro no era más que un guardián mediocre al que Javaid nunca hubiera presentado atención. Pero Lennox era otro duque. Zayer no estaba demasiado convencido del poder que él podía obtener sentado en la silla de su padre, si no fuera por los ancianos aquel lugar se hubiera vuelto un completo desastre.
Zayer pensaba en cómo enfrentarse al Pietro, mientras caminaba por el pasillo que lo llevará a la habitación del doncel. Su rabia creció cuando vio a las doncellas encargadas del cuidado de Nolan en aquel pasillo.
-¿Qué hacéis aquí? Ya sabéis lo que os puede pasar si el duque se entera de que no estáis haciendo bien vuestro trabajo. – las tres doncellas agacharon la cabeza. - ¿Por qué no estáis en la habitación?
-Al pequeño doncel no le gusta que lo ayudemos en el baño. – contesto una de ellas sin atreverse a mirarle a los ojos. – Durante el baño, el pequeño doncel solo permite que Pietro se encuentre con él, nosotras debemos esperar aquí.
ESTÁS LEYENDO
¡Maldito, pequeño doncel!
RomanceUn doncel debe ser respetuoso, callado y delicado. Esa explicación no convence demasiado a Nolan. Cuando escucho que debía de ser sumiso hacía su prometido, empezó a reír. Y la guinda del pastel fue que tenía terminalmente prohíbo subirse a los árbo...