Garth camina en silencio por los pasillos del palacio, desde hacía un par de noches notaba una presencia extraña alrededor de la habitación de su hijo, algo le daba mala espina. Lennox le había ofrecido una de las habitaciones secretas para que pudiera descansar durante su estancia en el castillo, pero él se había negado.
Aún no quería alterar a nadie antes de lo debido, no sabía como reaccionaría el duque si le dijera que Nolan se encontraba de nuevo en peligroso. Antes de alarmar al duque necesitaba descubrir que era aquella sombra negra que perseguía al doncel todo el tiempo sin descanso.
Se permitía permanecer un par de minutos cerca de la habitación de Nolan para asegurarse de que estuviera bien, hasta que Pietro se daba cuenta de su presencia. Garth le agradecía siempre que cuidara de su hijo, tal y como le había prometido, aun estando herido.
Cuando Lennox lo visitaba se abstenía de decirle sobre sus excursiones por el castillo. Su intención era irse después de asegurarse que su hijo estaba bien, pero no podía hacerlo. Sentía que sería la última vez que podría verlo, la angustia de que algo malo iba a ocurrirle era cada vez mayor.
-Cadmo, tan solo dame un poco más de tiempo. – le suplicaba al retrato del dragón. – Un poco más, solo un poco.
Edlynne tampoco sabía de qué se trataba el miedo de Garth, no quería preocuparla demasiado, aunque sentía que estaba vez sin la dejaría sola definitivamente. Nunca intento ser su esposo, aunque lo hubiese hecho, Javaid no se lo hubiera permitido. Lamentaba no haber estaba todo el tiempo junto a ella y a Lennox, pero no podía hacer nada.
En su vida, tan solo había sacado el coraje suficiente para ser el padre de Nolan, y sabía que había una parte de su tierno hijo que lo odiaba, por mínima que fuera. Podía notar como Nolan ya no era el mismo niño risueño que él conocía, Garth se arrepentía de no haberle contado la verdad antes. No era capaz de imaginarse una vida alejada de Nolan, y ahora apenas recordaba lo que era vivir con él.
Javaid lo perseguía en sus peores pesadillas, desde el día que decidió cumplir con su promesa, nunca le había caído bien el duque. Siempre había sentido que era un hombre pretencioso y con una gran falta de personalidad, le tenía celos, a la par que respeto. Él había conseguido quedarse con Edlynne de alguna forma, su vida con ella se había terminado.
No se sentía con el derecho de decir que había amado, y amaba con toda su alma a Edlynne, él mismo la traiciono dejándola sola con Javaid. Evangeline y Drystan le recordaban continuamente su historia, si los ancianos querían podía casarla con el hombre que quisiera, y Drystan tan solo podría observar desde lejos. Tal vez se iría como había hecho él, o se quedará con ella hasta el final. No lo sabía, era difícil comprender los pensamientos de otro hombre en aquel momento.
-Te entregaré mi alma, si la quieres, Cadmo. Pero no permitas que mi hijo sufra más.
Le daba igual venderle su cuerpo a Cadmo o a cualquier otro ser, si con eso conseguía que Nolan pudiera vivir en paz. Nunca se lo perdonaría, el dolor seguiría a su lado por mucho tiempo, conociendo a su pequeño doncel incluso se culparía a si mismo por los deseos de su padre. Pero era la única manera en la que Garth sentía que podría cumplir hasta el último de sus deseos.
-Nunca le hable a mi hijo sobre vosotros, sentía que no lo entendería y renegaría de su capacidad como doncel. – sonrió con tristeza. – Estaba equivocado, Cadmo. Me arrepiento de no haberle contado tu historia antes.
Cubrió su rostro con cuidado, antes de despedirse de Cadmo. Debía volver antes del amanecer al sótano, Lennox se levantaba temprano para visitarlo y llevarle comida, Garth notaba la presencia de otro hombre detrás de él. Era asustadizo y precavido, si se había dado cuenta de que él se encontraba allí, no había abierto la boca, ni insinuado nada al duque. Rudolf no era ningún peligro para Nolan, aunque su hijo no hiciera más que refunfuñarle, estaba convencido de que su hijo veía al guardián como una especie de hermano pequeño, siempre le ha gustado jugar con niños más pequeños que él, Rudolf entraba en la categoría de entretenimiento de Nolan.
Garth esperaba a que los pasos de Lennox cesaran para quitarse la capucha, el duque buscaba en él rasgos en común para sentirse mejor consigo mismo. Le había asegurado que no encontraría más que su sangre en común, pero Lennox insistía en que algo más debían compartir.
-Debo irme, mocoso. – sonrió con ternura. – Ya he hecho lo que debía aquí.
-¿Está seguro? Puedo conseguirle una habitación, estoy seguro de que Nolan querrá saber que se encuentra aquí. – hablaba deprisa y con algo de miedo. – Quédese con nosotros, a la espera de su nieto o nieta.
-No podría hacerlo aunque quisiera. – la sonrisa de Lennox se desvaneció. – Prométeme que cuidarás bien de mi pequeño Nolan, y su retoño.
Lennox miraba hacia abajo, no era la primera vez que le pedía quedarse en el castillo como uno más, el duque había insistido en que lo hiciera en más de una ocasión, con la excusa de cuidar de Nolan. La primera noche quiso engañarlo diciéndole que el doncel se encontraba terriblemente enfermo, tan solo para que fuera a verlo a la habitación.
-¿Dónde irás ahora? – Garth rio, Lennox contaba con algunos gestos de Edlynne cuando se sentía triste. – Puedes decírmelo ¿verdad? Vas a ver a madre ¿no es cierto? – negó con la cabeza. – Entonces quédate aquí, con Nolan, él te necesita, tiene un terrible dolor de estómago. – Podía ver cuando intentaba mentirle. – No creo que sea tan solo por el embarazo, creo que algo va mal con su salud, estoy seguro de que si usted está a su lado, él se sentiría mejor, señor Gardener.
-El dolor de estómago de Nolan viene de todos los dulces que tomo durante la tarde de ayer. – rio con gana. – La dulce Evangeline siempre le da dulces a escondidas, escuche como Pietro y Drystan la regañaban mientras Nolan atacaba otro de los pastelitos de la mesa. – Lennox suspiro. – Estás haciendo un buen trabajo, mocoso.
-Aún no sé qué fue lo que ataco a Pietro, puede que vuelva a pasar, señor Gardener. – el duque movía sus manos con nerviosismo. – Y si ataca a Nolan ¿Qué haré? No tengo el poder para detenerlo.
-Él estará seguro, Cadmo lo protegerá, estoy seguro de eso, confía en mí, mocoso.
El duque se quedó completamente quieto cuando Garth lo abrazo, era la primera que su padre lo hacía. Javaid le decía que no necesitaba esos gestos para ser un buen duque, por eso siempre pretendía de hacerlo aunque se lo pidiera a menudo cuando era niño.
-Siento haberte engañado todo este tiempo, Lennox. – el duque apoyó su cabeza sobre el pecho de su padre. – No puedo decirte que lo hice por tu bien o por protegerte.
-¿Por qué cuidaste de Nolan? – Garth se quedó en silencio. – Pudo ser peligroso para ti, si padre se hubiera enterado, Nolan se hubiese quedado solo.
-Edlynne se hubiera hecho cargo de cuidarlo. – le confesó. – Ella lo conocía mucho antes que tú, aunque no sabía cómo era.
-¿Por qué accediste a que me casará con él? Podían enterarse de quien era, habría sido peligroso para los dos.
-Javaid no lo habría considerado como su hijo si se hubiera dado cuenta de que era un doncel, él hubiera sido capaz de abandonarlo en bosque dejando que muriera. – sonrió. – No sé exactamente porque decidí convertirlo en mi hijo, tan solo lo hice. Creo que me sentía demasiado solo, si te tengo que dar una respuesta seria simple. Necesitaba hacerlo y no me arrepiento.
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Garth se arrepiente de haber cuidado de Lennox, de la misma forma que hizo con Nolan, pero sabe que ya no puede hacer nada para remediarlo en estos momentos. El pasado no puede volver a repetirse de nuevo.
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¡Maldito, pequeño doncel!
RomanceUn doncel debe ser respetuoso, callado y delicado. Esa explicación no convence demasiado a Nolan. Cuando escucho que debía de ser sumiso hacía su prometido, empezó a reír. Y la guinda del pastel fue que tenía terminalmente prohíbo subirse a los árbo...