Lennox fue expresamente a despertar a Nolan para el inicio de su viaje, el duque estaba demasiado feliz con que diera comienzo su vida marital con el doncel. No solo por dejar las asfixiantes paredes del palacio, si no por poder alejarse durante unas semanas de los ancianos, algo que por descontado ya le había comentado a Nolan, aunque él seguía sin creérselo del todo, el doncel bromeo con él diciendo que los ancianos serían capaces de esconderse tan solo para ver que cumplían con todas las normas.
El duque comenzó a reírse ante la seriedad de su esposo, Nolan le mostro una gran sonrisa cuando lo escucho. Antes de marcharse le mostro donde guardaba sus regalos para no perderlos, no iba a llevarlos a su viaje ya que eran demasiado importantes y temía olvidárselos en cualquier parte.
Nolan se sonrojo cuando Lennox besó su mejilla al sentarse a su lado, los guardianes estaban sentados delante de ellos, pensaba que se molestarían pero los ignoraron, incluso cuando el duque decidió que era buena idea pedirle un besó para despedirse del palacio.
Evangeline se quedaría en Edevane junto a su madre y su hermano, no quería estar sola durante el viaje, así que convenció a Edlynne de que la acompañara hasta que ellos llegaran. Alegando que como esposos Lennox y Nolan querrían estar aparentemente tranquilos en Borsir. Edlynne miro con picardía a su hija antes de aceptar, sabía que su hijo se tomaría al pie de las letras las indicaciones de los ancianos, pero a lo mejor el doncel tenía un pequeño desliz, así que no quería arruinar sus primeros días como casados. Nolan las observo con sospecha al oírlas reírse antes de ir a su cabañita de espejos.
-Nos detendremos en Arife unos minutos para despedirnos, están ansioso de vernos, mi doncel. – sonrió. – Tendremos que bajar la ventanilla, es demasiado arriesgado bajar, escuche que están muy emocionados por nuestra unión, no quiero que estés demasiado nervioso.
Lennox acariciaba la pierna de Nolan en silencio, mientras le hablaba de la historia de Arife y como llego a convertirse en un lugar tan importante. El duque se preocupó por estudiar a fondo las curiosidades más extrañas del lugar para sorprender al doncel, amaba ver cómo le sonreía cuando le contaba algo que él no conocía.
-Al principio, cuando yo era un niño el centro de la ciudad era de tierra y piedra. – rio. – Padre ordeno que pavimentaran todas las calles, ya que le era incomodo caminar por allí, según madre a mí me gustaba llenarme de tierra cuando acompañaba a mi padre, aunque siempre recibía regaños de su parte.
-Pensé que Arife siempre fue así, no me puedo imaginar que en algún momento se hubiese parecido a Phoenix. – Lennox se fijó en los hoyuelos del doncel, eran un indicativo de que había engordado un poco gracias a las comidas de palacio, algo que le sería bueno en un futuro próximo. - ¿Estoy extraño? Duque ¿hay algo malo en mi rostro? – negó con la cabeza. - ¿Por qué me mira de esa manera tan extraña?
-Me preguntaba porque eres tan bello... - el doncel aparto la mirada avergonzado. – Eres un esposo muy tímido. – sonrió. – Me gusta ver como se sonrojan tus mejillas.
-Duque, hay más personas con nosotros, no podemos actuar de esta manera ¿Qué pensaran los ancianos? – Lennox le regalo una mueca triste. – Ya los escuchaste, no podemos mostrarnos demasiados provocativos ante los demás.
-Zayer, Pietro ¿os molesta que bese o alague a mi esposo? – ambos guardianes negaron con la cabeza. – Ves, mi doncel, no es ningún problema.
Nolan se asomó con curiosidad por la ventanilla al llegar a Arife, en la primera calle parecía que nadie se encontraba en la ciudad, Lennox dejo que se sentara en su regazo para que no tuviera que forzar sus piernas para verlo bien. Minutos después empezaron a saludar a los vecinos de Arife, se habían formado para darles la enhorabuena en el centro de la ciudad. Desde la tienda de dulces, hasta la última calle se mantuvieron en fila, incluso los más pequeños, no se atrevieron a acercarse a ellos, tan solo los saludaban y gritaban para pedirles salud.
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¡Maldito, pequeño doncel!
RomanceUn doncel debe ser respetuoso, callado y delicado. Esa explicación no convence demasiado a Nolan. Cuando escucho que debía de ser sumiso hacía su prometido, empezó a reír. Y la guinda del pastel fue que tenía terminalmente prohíbo subirse a los árbo...