La marcha de Edlynne y Layton no tardó en llegar. Cuando el duque y el doncel llegaron a palacio se les fue anunciado que su madre y hermano ya se había marchado hacía Borsir, Edlynne lamentaba no haber podido despedirse como era debido, pero no podía negarse durante más tiempo, Layton quería irse antes de que llegaran. Evangeline no dio ni una opinión al respeto, su madre le había pedido que le entregara un regalo a Nolan en su nombre, antes de irse.
-Madre dijo que debías tenerlo tú. – con cuidado dejo una pequeña cajita en las manos del doncel. – Es algo muy importante para ella, no me ha dejado ver el contenido. – Nolan sonrió. – Hermano, madre lamenta no haber podido despedirse de vosotros.
Pietro acompaño a Nolan a su habitación, desde el pasillo podían escuchar los pasos de Simba y algún que otro ladrido, parecía estar nervioso, era la primera vez que el doncel lo dejaba solo durante dos días. Lennox se había empeñado en enseñarle Arife, y espero a que el buen tiempo volviera para poder hacerlo.
-Simba. – lo llamó con una gran sonrisa, el cachorro le contestó con una aullido.
-Señorito, está demasiado nervioso... - sonrió Pietro. – Si no fuera porque la puerta está cerrada, el joven Simba hubiese salido corriendo hacía usted. – el doncel rio con cariño. - ¿Quiere que lo proteja?
-Deja que Simba se lance a mis brazos, no tengo miedo.
La puerta no se había abierto ni una cuarta parte cuando Nolan vio cómo se asomaba el morro de Simba, el can abrió la puerta con su pata antes de salir corriendo hacia el doncel, Pietro intento detenerlo poniéndose delante de ellos, consiguiendo un gruñido de parte del pequeño. Nolan comenzó a reír mientras Simba le daba la bienvenida.
-¿Te han cuidado bien? – Simba lamió su cara. – Yo también te he echado de menos, mi pequeño ¿Te has portado bien? Espero que no hayas echo sufrir demasiado a las doncellas.
Simba quiso acomodarse en los brazos de Nolan olvidando que ya no era tan pequeño como antes, el doncel intento cargarlo para llevarlo a la habitación, pero el Can era casi tan alto como él. Finalmente, el can se conformó con un gran abrazo antes de volver a entrar. Las doncellas que lo habían estado cuidado se veían agotadas, y los dos guardianes que le proporcionaban protección apenas podían mantenerse en pie.
-Parece que os hayan atacado ¿Estáis bien? – pregunto Nolan preocupado. - ¿Queréis que os ayude en algo? Puedo pedir que os traigan algo. – una de las doncellas sonrió con cariño. – Pietro acercarles sillas para que puedan sentarse, por favor, no os preocupéis.
-Pequeño doncel, no debe preocuparse por nosotros. – respondió uno de los guardianes. – Estamos acostumbrados.
Simba jugaba con uno de sus peluches mientras Nolan insistía en que se sentaran, Pietro les llevo a cada uno una silla para que pudieran descansar, el can observaba a sus cuidadores de reojo, fingiendo haber sido un buen perro durante la ausencia de su amo.
-¿Cómo habéis acabado así? – Nolan se descalzó para ir más cómodo. - ¿Quién os ha hecho todo eso? – una de las doncellas observo con sutiliza a Simba. – Pietro trae un poco de agua ¿Estáis bien de verdad? No intentéis engañarme.
Al doncel le costó que confesaran lo que había pasado, Pietro le explico que no podían hablar mal de un amo, aunque este fuera Simba, debían decirle que había sido fácil. Nolan sonrió con cariño cuando una de las doncellas le relato una de las travesuras de Simba, el can estaba triste por no tenerlo cerca, así que empezó a aullar durante toda la noche, les costó mucho calmarlo. También había roto uno de sus juguetes y mordido a uno de los guardianes.
-Llamare al doctor para que te revise la herida. – Nolan entrecerró los ojos para ver al cachorro. – Simba, ven aquí. – cruzó los brazos indignado. – No puedes morder a los guardianes, ni molestar a las doncellas, no te he enseñado a ser así de malvado, debes pedirles perdón. – el can lo miró con curiosidad. – No vuelva a morder de nuevo, esconderé tus juguetes si lo haces.
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¡Maldito, pequeño doncel!
RomanceUn doncel debe ser respetuoso, callado y delicado. Esa explicación no convence demasiado a Nolan. Cuando escucho que debía de ser sumiso hacía su prometido, empezó a reír. Y la guinda del pastel fue que tenía terminalmente prohíbo subirse a los árbo...