A palacio empezaron a llegar propuestas para el pequeño doncel, muchas tiendas querían ofrecer sus servicios a Nolan para agradecerle sus últimas visitas. Nolan sonreía con orgullo cada vez que los ancianos le preguntaban que había estado haciendo, no iba a responderles, le gustaba que los más pequeños lo llamaran por su nombre.
-Las visitas a Arife son para tu preparación como doncel. – le reclamo Katara furiosa. – Nos ha llegado a nuestros oídos su comportamiento los últimos días.
-¿Tiene alguna queja? – le pregunto con ironía, Pietro sujetaba su hombro para que se detuviera. – No he estado haciendo nada malo ¿verdad? Mi deber como doncel es dar una buena imagen al palacio.
-Debes de tener cuidado cuando vas con los guardianes. – Nolan suspiro cansado. – El otro día, cuando fuiste a ponerte los pendientes llegaste demasiado lejos ¿Cómo pudiste regalarle algo a esa niña? Y no vamos a hablar de las manzanas de caramelo, tu visita era confidencial, pero te las arreglaste para llamar la atención.
Nolan no se arrepentía de nada, algo que no le contaron fue que él repartió las manzanas por sí mismo, quería asegurarse de que llegara a todo el mundo. Los guardianes creaban filas a su alrededor para que no le pasará nada malo. Pietro caminaba nervioso por las calles de Arife, muchos niños se acercaban a Nolan para pedirle un abrazo, el doncel se había convertido en un pequeño héroe para ellos.
-Mi prometido parece estar de acuerdo con mis actos. – respondió con una falsa inocencia. – El duque Lennox conoce todos mis movimientos, los guardianes le avisaron de mi pequeña travesura, no parece estar muy enfadado.
-No tienes permitido hacer algo parecido en su próxima visita... - Katara miró a Pietro en silencio. – Tus malos actos serán escritos en la piel de tu guardián.
-No podéis tocarlo. – sonrió el doncel con ternura. – El duque me dejo leer las condiciones de los castigos, Pietro solo puede ser castigado si yo lo permito.
Katara no respondió, la anciana se quedó en silencio por lo que parecieron años. Pietro temía que lo castigaran delante de Nolan para mostrarle el poder que ejercía ante ellos. La anciana simplemente se echó a reír junto a su hermano, mientras les pedía que se marcharan. El corazón del guardián estaba a punto de salirse de su pecho.
-Señorito, no hagas esas cosas, por favor. – Pietro suspiro aliviado. – No es buena idea enfadar a los ancianos. Tiene que tener cuidado... - Nolan entrecerró los ojos. – No le estoy regañando, tan solo le avisó de que puede pasar algo malo si los enfadas, por favor. Señorito, no lo vuelva a hacer.
-¿Por qué estás tan asustado? No hubiera dejado que te tocaran ni un solo pelo, no tienes que preocuparte por nada, Pietro. – el guardián lo observo de reojo. – Vamos a ver a la señorita Evan. – sonrió. – Escuche que hoy va a salir a dar un paseo por el jardín, tal vez podamos ir a comer algún postre.
-Señorito, aún le queda una hora de clase, la señorita Vivianne le esta esperando en el aula. – el doncel puso los ojos en blanco. – La clase se detuvo ya que los ancianos lo llamaron, pero ahora debe volver.
-Puedes decirle a Drystan que quiero ir al picnic con la señorita Evan después de la clase. – el guardián asintió. – Dile que preparen muchos dulces. – rio. – Estoy hambriento.
Pietro se quedó en la puerta, las clases de Nolan aquellos días eran sobre la procreación humana, algo que le daba bastante vergüenza al doncel. Con timidez le había pedido a su guardián si podía quedarse fuera mientras él estaba en clase, no quería que escuchara lo que la señorita Vivianne le estaba enseñando.
-Aunque el cuerpo de un doncel tenga similitudes con los de una mujer, en su sistema de reproducción, el proceso de parto es diferente. ¿Recuerda la explicación de hace algunas clase? – Nolan asintió confuso. – Le voy a enseñar dos imagines para que pueda ver por usted mismo las diferencias.
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¡Maldito, pequeño doncel!
RomanceUn doncel debe ser respetuoso, callado y delicado. Esa explicación no convence demasiado a Nolan. Cuando escucho que debía de ser sumiso hacía su prometido, empezó a reír. Y la guinda del pastel fue que tenía terminalmente prohíbo subirse a los árbo...