CAPITULO 99

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Lennox observaba en silencio a su esposo, mientras canturreaba preparado para comer, habían decidido quedarse unos días en aquel lugar de descanso, ya que Nolan lo necesitaba. El duque pudo notar como iba tranquilizándose a medida que pasaba el tiempo, y había recuperado su ánimo habitual.

Rudolf cayó en varias de las bromas del doncel, haciendo reír a los presentes, el joven guardián era atento con él, y por eso era mucho más fácil engañarlo. Aunque Pietro y Drystan le habían que no confiará tanto en Nolan, ya que buscaría la manera para divertirse con él de cualquier manera, Rudolf no lo creía capaz.

-¿Qué le has hecho a Rudolf ahora? – Lennox pudo ver la pequeña sonrisita del doncel, mientras frotaba su vientre. - ¿Por qué no se encuentra al lado de Pietro y Drystan?

-¿Por qué piensas que le he hecho algo a Rudolf? – respondió con curiosidad, mostrando una pequeña mueca de disgusto. – Él te está cuidando a ti ¿no? Deberías saber dónde está...

Aquella misma mañana, Nolan lo había llamado nada más amaneció, Rudolf se presentó preocupado a su habitación, sabía del mal estado del doncel y que sus dolores de vientre continuaban, apenas había dormido aquella noche y su cena no lo lleno lo suficiente, ya que al poco tiempo vómito.

-Escuche que lo llamabas... - Nolan aparto la mirada. – Y vi como los dos solíais de la habitación.

-¿Me estabas espiando? – pregunto indignando, Lennox acarició su cabello con suavidad para darle confianza. – No le hice nada malo.

-Querido, no te estoy interrogando. – el doncel inflo sus mejillas, haciendo que se viera más tierno ante Lennox. – Por favor, podrías decirme dónde está mi guardián, tengo que hablar con él, es importante.

No hubo respuesta, Nolan miraba con desafió a Lennox, mientras los guardianes se aguantaban la risa, Evangeline también era conocedora de lo que estaba pasando, pero el doncel le hizo prometer que no diría nada. Así que el duque estaba buscando la manera de sacarles la información, sabía que Nolan hablaría si le quitaba el trozo de tarta que guardaba para el final, adoraba comer las fresas de esa manera.

-Tienes tu propio trozo. – le recrimino furioso. - ¿Por qué le quitas la comida a manzanita? – Lennox rio, algo que no le gusto a su esposo. – Cuando nazca le diré que su padre le quitaba su trozo de tarta de fresa, para que se enfade contigo.

-Querido, tan solo quiero saber dónde está mi guardián. – Nolan se quedó en silencio de nuevo. – Estoy preocupado por él, es la primera vez que viene aquí, puede perderse.

-Hermano, Nolan no hablará si no le dejas comer. – respondió Evangeline, sabiendo las intenciones de su compinche. – Es mejor que le devuelvas el trozo ¿Sabes cuan peligroso puede ser un doncel hambriento?

Nolan estaba ganando el juego, mirando a Lennox con tristeza, intensificando su acción unos pequeños sollozos y dejándole ver un trocito de su vientre, donde se podía ver un pequeño bulto. El duque se mantenía firme con saber dónde se encontraba Rudolf, su falta en la habitación le preocupaba demasiado, aún tenía presente el estado de Zayer aquel día y no quería que volviera a pasar con uno de sus guardianes. Rudolf aún era demasiado inocente, temía que alguien le intentará engañar o que le atacaran por la espalda, su preocupación hubiera sido menos si alguien lo hubiera acompañado, pero no era el caso.

-Tu esposo ha estado enfermo durante muchos días, hermano. – insistió Evangeline, Nolan le daba su mano libre por debajo de la mesa para que le siguiera ayudando. - ¿Cómo puedes ser capaz de quitarle la comida? Se está recuperando ¿has pensado en mi sobrina? No me parece bien que la estés matando de hambre, si madre se entera serás terriblemente castigada por ella.

¡Maldito, pequeño doncel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora