Drystan tardo varios días en recuperarse completamente y volver a su puesto como guardián. Evangeline lo visitaba con regularidad, a veces acompañada de Nolan y Pietro. El pequeño doncel siempre miraba con curiosidad al guardián pero nunca decía nada, Pietro hablaba entre susurros con su compañero mientras estos observaban como sus amos discutían sobre cualquier tema que tuviera que ver con Simba. Nolan se negaba a aceptar que un entrenador estuviera demasiado tiempo con su perro, así que escondió a Simba para que no lo pudieran encontrar.
Pietro intentaba calmar la furia del doncel sin mucho éxito, Evangeline siempre conseguía que se enfade aún más de lo que lo estaba. Ella sonría con cierta burla cuando Nolan le reclamaba algo, en realidad nunca se enfadó con él más de cinco segundos.
-¿Estás seguro de que puedes volver a tu puesto? – el guardián asintió dándole un pequeño beso en la mejilla. - ¿Te sientes bien? El doctor dice que tienes un poco de anemia, podrías descansar unos días más, Pietro cuida de mí.
-Los cortes ya han cicatrizado del todo y no me duelen, señorita Evangeline. – ella le mostro un pequeño puchero. – Pietro tendrá mucho trabajo con el pequeño doncel, pronto empezaran a prepararlo para la boda, sería demasiado cruel de mi parte dejar que hiciera mi trabajo. Me encuentro bien, no debe preocuparse por mí.
Aún no habían encontrado al culpable del ataque, Lennox estaba como loco intentado descubrir quién fue el causante de que uno de sus guardianes estuviera a punto de perder la vida. Y aunque iba en contra de sus creencias, el duque busco la ayuda de un antiguo brujo para que le dijera que tipo de hechizo habían usado en la habitación de su hermana, la respuesta que obtuvo lo dejo más desconcentrado de lo que estaba.
-En pocos días presentaran la estatua conmemorativa del duque Javaid, he escuchado que la señora Edlynne quiere ir a Arife con usted y el pequeño doncel. – Evangeline aparto la mirada. – Pietro y mi hermano también irán, no puedo dejarlos solos, mi trabajo es asegurar su seguridad en cualquier lado, además quiero visitar Arife, hace mucho que no pisamos sus calles.
-Déjame ver tu collar... - respondió con tristeza, desde que había despertado, Evangeline vigilaba que el collar se encontrará bien. – Sigue igual que siempre, Drystan ¿estás seguro de que te encuentras? Sabes que a mí no puedes mentirme.
-Mis músculos se sienten entumecidos después de haber pasado tanto tiempo acostado en aquella cama. – rio. – Quiero salir de aquí lo antes posible, no tengo recuerdos agradables, le juro que no quiero volver a pasar por eso. – sus mejillas se sonrojaron. – Creo que mi hermano disfruto torturándome de aquella manera.
-Yo le pedí que lo hiciera, no podías moverte, Tristán acepto no solo como guardián... - lo miró de reojo con una pequeña sonrisa. – No creo que fuera algo tan malo, no parecía molestarte demasiado, apenas miraba él solo...
-Señorita Evangeline, tenemos que ir al picnic... - respondió avergonzado mientras arreglaba su cuello. – El pequeño doncel estaba muy emocionado por poder volver, vuestra madre nos acompañara también.
Evangeline cubrió su rostro con el abanico para que Drystan no viera su sonrisa, aunque el guardián podía escuchar cómo se reía. Tristán lo había visitado con más frecuencia de la que él hubiera querido, su hermano se presentaba en la habitación cada vez que necesitaba ayuda, ya que se negaba a que Evangeline lo viera.
-¿Cuánto tiempo más vas a seguir torturándome de esta manera? – se quejó Drystan. – Señorita Evangeline, lo que paso en la habitación debe quedar entre nosotros, ningún guardián o aprendiz debe saberlo ¿De acuerdo? Eso atentaría contra mi orgullo.
-Se te veía muy aliviado con la ayuda de Tristán... - el guardián intento no perder la compostura. – Siempre lo llamabas cuando estabas demasiado apurado, Tristán no se quejó en ningún momento, debes estar agradecido. – Drystan hizo una pequeña mueca. – Madre no le dijo nada por sus visitas a tu habitación.
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¡Maldito, pequeño doncel!
RomanceUn doncel debe ser respetuoso, callado y delicado. Esa explicación no convence demasiado a Nolan. Cuando escucho que debía de ser sumiso hacía su prometido, empezó a reír. Y la guinda del pastel fue que tenía terminalmente prohíbo subirse a los árbo...