La decisión de pasar unos días en Arife fue tomada por Lennox finalmente, sabía que Nolan apreciaba mucho aquella pequeña ciudad cercana a Edevane, había escuchado muchas veces de parte de Evangeline que el doncel preguntaba a menudo si podían visitarlas.
Nolan no hizo ningún comentario al respeto, aún seguía pensado en lo que había pasado en los últimos días. No llegaba a entender como Lennox había olvidado la muerte de uno de sus hombres tan rápidamente, ni siquiera hacía el amago de hablar de él en ningún momento. Pietro por su parte respetaba la decisión de su señor de mantenerse al margen de lo sucedido.
Era un completo misterio que nadie quería investigar, Nolan temía que volviera a pasar de nuevo si no prestaban la suficiente atención. Recordaba lo que había pasado Drystan y el veneno que habían usado en su contra para que atacara a Evangeline, al contrario de Zayer, Drystan pudo sobrevivir a todo a aquello, sin ninguna secuela aparente.
Pietro le había comentado haber sentido lo mismo que Drystan en una ocasión, pero supo manejar la situación en todo momento. No hubo más palabras, tan solo un simple "no te preocupes" de parte de su guardián.
Ninguno de los dos hablo, y por lo que sabía ninguno de los dos hablo con Lennox, ni siquiera se lo comentaron. Nolan intento sacarles un poco más de información cuando estuvieron tranquilos, pero se mantuvieron firmes en su decisión de no hablar. Era como si hubiera firmado una especie de contrato que los obligaba a mantener la boca cerrada.
Por otro lado estaban los ancianos. Nolan no conocía más allá de los básico sobre ellos, entre esos datos tenía sus nombres y edades aproximadas, claramente todo el palacio Edevane les tenía miedo. Incluido Lennox, aunque no lo mostrará frente a ellos, se le podía notar el respeto mesclado con terror que sentía por ellos. Todo empeoraba si pensaba en alguno de los guardianes, doncellas y demás trabajadores de palacio.
Entendió varias cosas desde su llegada, la primera era no molestar de más a los ancianos, ya había visto lo que podía ocurrir si eso pasaba y no quería que Pietro volviera a sufrir por su culpa. Katara tenía la voz cantante de los dos, siempre era la primera en hablar cuando se encontraban juntos, Zuko continuaba algunas de sus frases para darles más dramatismo antes de lanzar un ultimátum o directamente amenazar a los que estén presentes ante ellos.
Katara solía quedarse en la habitación que les pertenecía a los dos, muy pocas veces hacía acto de presencia ante ellos, si no era estrictamente necesario. Zuko en cambio se movía por palacio con libertad, visitando muchas veces a los aprendices en sus clases, para asegurarse de que estuvieran aprendiendo bien, no dudaba en castigarlos si notaba algo mal en ellos o creía que no eran lo suficiente eficaces ante el duque.
Lo que más le molestaba a Nolan era no saber cómo eran sus rostros y el aura de misterio que eso representaba en ellos, ni el propio Lennox sabría quiénes son si los viera sin el rostro cubierto, a nadie parecía molestarle ese pequeño inconveniente. Aunque había leído una explicación bastante simple de cómo son físicamente, era datos con bastantes años de actualización, la fecha que presentaban esos informes era del abuelo de Lennox, mucho antes del nacimiento de Javaid, cuando eran más de que unos niños. Nolan se sintió decepcionado cuando lo leyó, muchas de las palabras escritas en esas hojas amarillentas estaban borradas, ni siquiera pudo leer cuál era su lugar de nacimiento.
"Fueron vendidos al duque de Edevane a la edad de ocho años, para serviles de bufones. Katara y Zuko, ahora pertenecen a la familia Edevane hasta el día de su muerte. Ningún familiar puede reclamarles, ni siquiera sus padres. Si uno de ellos intenta huir de palacio serán severamente castigados. Deben olvidar cualquier recuerdo presente de sus vidas anteriores. Katara y Zuko nacieron en... un 20 de febrero, actualmente cuentan con la edad necesaria para marchar de casa. Yo el duque de Edevane, los compro por un valor superior al que se merecen."
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¡Maldito, pequeño doncel!
RomanceUn doncel debe ser respetuoso, callado y delicado. Esa explicación no convence demasiado a Nolan. Cuando escucho que debía de ser sumiso hacía su prometido, empezó a reír. Y la guinda del pastel fue que tenía terminalmente prohíbo subirse a los árbo...