CAPITULO 61

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El cuerpo de Zayer pasó varias horas en el pasillo, hasta que llegaron de nuevo los guardianes. Lo movieron con cuidado para no destrozarlo más, al intentar levantarlo por primera vez un de sus brazos salió de su cuerpo como si le hubiesen cortado. No había sangre por ninguna parte, ni tampoco heridas visibles, más allá de las que el mismo Zayer se hizo en las manos hacía un par de días.

El silencio se formó en la mansión de Borsir cuando se llevaron el cuerpo, ni siquiera el propio duque se atrevió a hablar, pudo ver el cuerpo del que había sido su guardián durante un par de segundos antes de que lo cubrieran, Pietro no pudo detenerlo cuando salió de la habitación. Nolan grito horrorizado al verlo, nadie entendía como había muerto.

-Señorito, entremos de nuevo en la habitación. – el doncel lloraba de rodillas donde había estado Zayer. – No quería que lo vieras, señorito.

-Fue por mi culpa ¿verdad? – Pietro negó con la cabeza. - ¿Por qué?

-Señorito, no sé qué responderle a su pregunta. Zayer lucho durante mucho tiempo, podía escuchar sus gritos, hasta que todo quedo en completo silencio.

Pietro abrazaba con cariño a Nolan mientras Lennox observaba con detenimiento los guantes de su guardián, Zayer no se los volvió a poner desde que llegaron a Borsir, él mismo se los había requisado para que cumplieran el deseo de su esposo, era lo único que quedaba de él.

El duque dejó que las lágrimas cayeran sobre sus mejillas, nunca había llorado, ni siquiera con los castigos a los que le sometía Javaid, tampoco lloro cuando le prohibió ver a su madre y hermana, ni en su muerte. Lennox no fue capaz de llorar por nadie hasta aquel momento, Zayer era un buen hombre, algo quisquilloso, pero él lo apreciaba mucho, siempre le había mostrado respeto y comprensión. Lo único que había hecho por él en aquellos días fue gritarle y regañarlo por su comportamiento, Zayer nunca se quejó, aceptaba sus quejas con una pequeña reverencia.

-¿Duque? – Lennox se sentía el peor hombre del mundo. – Duque, el pequeño doncel lo está llamando.

-Hubiera podido detenerlo, si me hubiese quedado a su lado, Zayer estaría vivo, yo...

-Mi señor, Zayer no querría que se culpará por lo que ha pasado, él no lo hubiera permitido.

El guardián lo llevo de nuevo a la habitación, mientras escuchaba como se culpaba por haberlo tratado mal, al entrar, pudo escuchar como Nolan lloraba escondido entre las sábanas. El pequeño doncel sentía que la muerte de Zayer había sido por su culpa. No lograba acordarse bien de lo que paso cuando estuvieron en el jardín, él quería contarle la verdad a Lennox para que deje de estar enfadado con Zayer, pero no sabía cómo hacerlo.

Su relación con Zayer no era como la de Pietro, el pequeño doncel lo respetaba como guardián, y había empezado a divertirse mientras le hacía pequeñas bromas. Zayer nunca estuvo excesivamente enfadado con él, aunque siempre se mostraba algo molesto cuando hacía algo que pensaba que era peligroso para él.

-Esperad aquí, pediré que traigan la cena... - ninguno de los dos contesto.

Pietro sintió que se mareaba al salir de nuevo al pasillo, a lo lejos pudo ver una de las doncellas hablando con el doctor, el cual se había quedado en la mansión por precaución y para curar a cualquiera que estuviera herido. En aquel momento estaba intentando averiguar cuál fue el motivo de la muerte de los guardianes.

Los pasos sobre la alfombra eran imprecisos, Pietro estaba caminado sobre una especie de tierras movedizas, aunque intentaba mantenerse recto para seguir con los reglamentos de la familia Edevane, se estaba rompiendo por dentro. Si tan solo hubiera salido antes, hubiera podido salvar a Zayer, si tan solo hubiera dado la voz de alarma, su compañero estaría con vida.

Lo había traicionado, por miedo, había traicionado a Zayer. No supo lo que paso con los guardianes hasta muchas horas después del suceso, no supo que el culpable había sido Zayer, y ni siquiera pensó en la posibilidad de haber acabado como ellos cuando le mostraron el cuerpo de sus compañeros.

Zayer se mantuvo oculto por dos días, hasta que el duque ordeno cremar su cuerpo. Su guardián tenía familia, la cual reclamaría su cuerpo, pero sería demasiado aparatoso llevarlo hasta Edevane de nuevo. Los guardianes debían ser cremados en la mayoría de los casos por órdenes de los ancianos, tan solo se rompía esa norma si el duque lo pedía.

Pusieron sus restos, y los de sus compañeros en diferentes urnas. El viaje de luna de miel había llegado a su fin antes de lo pensado. Nolan no quería permanecer durante más tiempo en Borsir, el doncel se mostraba demasiado nervioso en aquel lugar, diciéndole a todo el mundo que había alguien observándoles.

Nolan podía notar la presencia de Javaid en todos los lugares que iba, incluso cuando salía al jardín para admirar la estatua de Aníbal y le pedía consejo. Pensaba que él le daría la respuesta que necesitaba, aunque le avergonzaba que Lennox se enterara de las razones de sus visitas continuas a aquella estatua.

-¿Tú también lo sientes? – pregunto con miedo. – Por todos lados ¿verdad? ¿Qué debo hacer?

Dejó un pequeño ramo de flores en sus pies para mostrarle sus respetos de nuevo. Iría a ver por última vez a Raksa antes de volver a palacio, le pidió permiso a Lennox para llevarle un ramo de flores adecuado para él.

Camino despacio hasta llegar al enorme jardín que lo había enamorado la primera vez. Raksa lo esperaba en el centro de este, sus flores ya se habían marchitado, pero seguía cargándolas como el día que los dejo.

-Por favor Lennox, deja que hable con él a solas. – el duque asintió. – Pietro quédate aquí.

Su corazón se encogió al ver el rostro del doncel, había visto un retrato suyo en la mansión, estaba en la caja que había preparado Edlynne para darle una pequeña sorpresa, junto algunas de sus anotaciones sobre los donceles de Edevane. Edlynne le habló del lugar favorito de Raksa en la mansión, pero Nolan no tuvo las fuerzas necesarias para visitarlo, también había un pequeño cuento que contaba la leyenda de Cadmo, Lennox se lo leyó en una noche para que durmiera tranquilo, era bastante infantil y se saltaba bastantes hechos de su historia, pero el doncel pensaba que era hermoso.

-Quería visitarte más veces, pero las cosas se complicaron, lo siento Raksa. – sonrió con tristeza. – Como puedes ver somos uno menos, Zayer me ayudo a elegir las flores el primer día, hoy tuve que hacerlo solo, no quería que ellos me notaran triste. Se están preocupando demasiado por mí. – agacho la cabeza. – Te prometí un ramo más hermoso que el anterior, pero no pude cumplir mi promesa, siento haberla rota.

Dejo con cuidado el ramo en sus brazos, mientras le recitabas los versos de un poema que le había enseñado Lennox. En este se contaba la historia de Cadmo, de manera sutil en los últimos párrafos se hablaba de su muerte.

-Se dice que si una escama de dragón cae sobre tus manos, es Cadmo llorando. – Nolan le mostro las manos en señal de respeto. – El dragón nunca supo ser humano, amaba su forma única de ver el mundo, hasta que la soledad le nublo la vista. Las escamas de Cadmo son el recuerdo de que todos estamos solos en este mundo, aunque nos rodemos de personas, un corazón que perdió su razón de vivir se romperá, creando así su deceso de la tierra, y volviendo de nuevo a un lugar donde el dolor no existe, no de la manera en lo que lo conocemos.

Al mirar sus manos de nuevo, Nolan pudo ver un pequeño pétalo roja, su forma se asemejaba mucho a las escamas de un dragón, el doncel sintió un nudo en la garganta, antes de ponerse a llorar de nuevo. "Por favor, ayúdame", pidió con miedo, tan solo Cadmo pudo escucharlo. 

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Pronto comenzará el calvario de Nolan, donde se descubrirá la verdad tras la promesa del duque con Garth. Ni el propio Pietro está preparado para escuchar las palabras de Lennox. Los ancianos aprovecharan el momento de debilidad de Nolan para llevárselo bajo su poder.

Espero que os haya gustado :)

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¡Maldito, pequeño doncel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora