CAPITULO 100

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Lennox salió de la habitación furioso, todo su cuerpo temblaba, no había dejado que nadie lo siguiera, ya que necesitaba estar solo. Ni siquiera escucho a Nolan cuando lo llamó, el doncel se lamentaba con tristeza mientras le prometía que no volvería a hacerlo. El duque se mordió la mejilla por dentro para no gritarle.

No estaba en palacio, no estaba con su padre, no podía estar pasando de nuevo. Apretó su mano izquierda sobre su hombro derecho para calmarse, necesitaba hacerlo, no quería que nadie lo viera así. No quería que nadie sospechara de él.

-No es gracioso, no es gracioso...- repetía entre susurros, sus ojos se cerraron con fuerza, intentado borrar sus recuerdos. – No es gracioso, no es una simple broma, no lo es.

Tenía ganas de vomitar, podía sentir los ojos de su padre detrás de él, mientras le gritaba que era un monstruo y un fraude para su familia. Se encontraba en la misma habitación que aquella vez, mientras Javaid lo miraba con asco y obligaba a los guardianes a que le quitaran la ropa a su hijo. Lennox sentía que le faltaba el aire, escuchaba con claridad la voz de su padre.

-Padre, no lo haga, no lo haga... - apretaba sus manos sobre el cinturón de su pantalón, para impedir que lo siguieran desnudando. – No lo haré, no lo haré de nuevo, padre, por favor.

Las lágrimas caían por sus mejillas mientras apartaba las manos de los guardianes sobre él, gritaba que se detuviera, prometiéndole a su padre que no lo volvería a hacer. No volvería a enfrentarse a sus normas, no se volvería a acercar a los guardianes.

-Padre, por favor... - grito aterrado. – No lo haga, padre, no quiero, no quiero.

Javaid no le decía nada, tan solo veía como los guardianes arremetían contra su hijo, siguiendo sus órdenes. Lennox buscaba desesperadamente la ayuda de alguno de ellos, necesitaba que alguien detuviera los planes de su padre, debía encontrar a Pietro lo antes posible y pedirle que lo escondiera de nuevo.

-Traerlo... - pidió Javaid, la sangre de Lennox se congelo. – Quiero que mi hijo lo veo por última vez.

-Yo lo obligue padre, yo lo obligue, no hizo nada malo, padre, por favor... - Javaid ni siquiera lo miraba. - ¡Padre!

Un chico joven apareció, siendo arrastrado por dos hombres mucho más grandes que él, Lennox grito su nombre asustado. Javaid los miraba a ambos con asco, no era capaz de comprender como su propio hijo había podido ser tan sucio como para acercarse a uno de los guardianes.

-Adrien...- lo llamó preocupado, su amante no se movía y tampoco llevaba su ropa de aprendiz. - ¿Padre que le pasa?

-Tan solo se ha arreglado para ti, querido hijo. – Lennox podía ver el charco de sangre que se iba creando a los pies de Adrien. – Él está cumpliendo con su deber.

La risa de Javaid le provoco ganas de vomitar, la voz de Lennox iba sonando cada vez más baja mientras llamaba al aprendiz. Adrien se había presentado a él junto a Pietro, cuando ambos fueron elegidos como futuros guardianes del próximo duque. Desde el inicio, Lennox había sentido fascinación por Adrien, aunque le daba vergüenza admitirlo, aquel guardián no le parecía tan solo un hombre atractivo, su timidez le causaba ternura, era atento y muy responsable. Pietro y él siempre tenían pequeñas peleas para saber cuál de los dos era mejor guardián para él, Adrien tan solo sonreía, y eso hacía que Lennox perdiera la razón.

-Adrien... - Lennox apretó los labios cuando los guardianes lo empujaron con fuerza. – Adrien ¿Qué ha pasado? ¿Qué te han hecho?

Necesitaba que lo soltaran, debía comprobar que él estuviera bien, Pietro tenía que ayudarlo a curarlo, no sabía que era lo que le habían hecho, pero necesitaba que Adrien estuviera bien. Lennox le suplico a su padre que lo soltara, prometiéndole de nuevo que haría todo lo que él quisiera, incluso sería capaz de casarse con una mujer si con eso se contentaba. Sería su sombra, tan solo si dejaba que Adrien fuera revisado por un médico.

¡Maldito, pequeño doncel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora