CAPITULO 74

12 2 0
                                    

Nolan miraba a Pietro con tristeza, su guardián intento mantener su castigo en silencio con la ayuda de Drystan, pero Simba lo delato, volviéndose loco al oler la sangre. Simba avisó a su dueño que Pietro no se encontraba bien, dejando apartado sus pequeños celos hacía aquel humano que siempre le quitaba la atención de su preciado Nolan.

Pietro lo apartaba con cuidado para no molestarlo, mientras intentaba moverse lo menos posible. Drystan había empezado a hacer su trabajo en silencio, algo que extraño a Evangeline, ya que sabía que Pietro no dejaba que nadie desorganizará sus cosas con tanta facilidad.

-Señorito, me encuentro bien. – le sonrió, Nolan empezaba a llorar cada vez que se acercaba a él, así que Evangeline se mantenía a su lado para calmarlo. – Drystan hizo un buen trabajo, apenas me duele.

Drystan se escondió detrás de Pietro al notar la mirada amenazadora del doncel sobre él, Nolan no le iba a perdonar que intente ocultarle aquel secreto con tanta facilidad. El guardián se encontraba en la cuerda floja, ya que Evangeline también se mostraba molesta por no haberle avisado con anterioridad.

-¿Tu no vas a decir nada? – Drystan trago saliva al escuchar la voz de su querida señora. – Te puedo ver aunque te escondas detrás de Pietro.

-Mi señora, deja que le explique lo que paso... - Nolan gruño al son de Evangeline. – Ya sabéis que Pietro es cabezota, le aseguro que intente detenerlo, pero no me hizo caso.

-Hablaré contigo está noche, Drystan. – la guardián le temblaron las piernas. – En cuando a ti, Pietro, espero que nos des un buen motivo por lo que has decido hacer esto.

Nolan asintió furioso en los brazos de Evangeline, el pequeño doncel no iba a dejar que Pietro lo tocará al menos en un siglo, o lo que equivaldría a unos cuantos días, cuando viera que se encontrará mejor.

Lo primero que hizo al darse cuenta de que su guardián no se encontraba bien, fue pedirle que se quite la chaqueta para ver su espalda. Al principio Pietro se negó, diciendo que tenía frio. Eso hizo que las sospechas de Nolan se incrementaran, y le volviera a ordenar que se quitará la chaqueta. Pietro sabía que el doncel sería capaz de levantarse simplemente para hacerlo él, así que decidió hacerle caso, no quería que Nolan fuerce demasiado su cuerpo.

-Esto no es nada, señorito. – sonrió, Nolan le pidió a Simba que mordiera las zapatillas del guardián como castigo. – No debe preocuparse por mí, su salud es más importante ¿Se encuentra bien?

Nolan le pidió a Evangeline que se acercará a él para susurrarle lo que quería decirle a Pietro, se negaba a hablarle hasta que se le quitará el enfado. No era la primera vez que lo hacía, el pequeño doncel también lo hizo la primera vez que estuvo en palacio, aunque en aquella vez era Simba quien debía pasarle la información. Tardo en descubrir que era lo que quería decirle el doncel en aquel momento.

-Quiere que Drystan sea su guardián mientras se cura tu espalda. – el guardián a su espalda asintió, Evangeline se volvió a acercar a él con cuidado. – Y también debes enseñarle tus manos ahora.

-Señorito, mis manos se encuentran bien. – Nolan entrecerró los ojos, molesto por su negación.

-Si no le enseñas las manos, le dirá a mi hermano que quiere otro guardián. – el doncel lo miró con seriedad. – No dejará que vuelvas a ser su guardián.

Pietro camino con cuidado hacía él, mientras se quitaba los guantes, para mostrarle sus manos. Las manos de Nolan estaban frías y temblorosas, el doncel tenía miedo de hacerle daño así que iba con sumo cuidado, sin avisarle subió las mangas de su camisa para ver que no tuviera ningún cortes, repasando con tristeza una de sus cicatrices. Pietro se tensó cuando Nolan besó sus manos con delicadeza, Drystan aparto la vista para no verlo, si alguien le preguntaba podía decir que no había visto nada.

¡Maldito, pequeño doncel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora