Los invitados fueron enviados, junto a sus acompañantes, a las habitaciones que habían sido preparadas para ellos. El baile del gran salón se vio truncado por la llegada de aquel hombre misterioso, nadie había sido capaz de reconocerlo.
-Pietro, Drystan, Tristán llevadlos a sus habitaciones, no dejéis que nadie se acerque a ellos. – ordeno el duque. – Madre llevaran a Layton contigo, espero que mi hermano quiera cooperar en esta ocasión. – Lennox se mostraba demasiado nervioso. – No podéis salir hasta nuevo aviso.
-Hermano... - Lennox negó con la cabeza. - ¿Qué vas a hacer tú?
-Los ancianos me están esperando, Evangeline, quiero que te mantengas alejada de todo esto. – ella asintió con resignación. – Pequeño doncel, siento que la fiesta haya terminado tan pronto.
Pietro acompaño en silencio a Nolan, el guardián podía ver como sus compañeros se movían de manera frenética por los pasillos del palacio, mientras que las doncellas esperaban en sus respectivas habitaciones. El doncel parecía confuso caminando por aquel lugar, nunca había visto tanto movimiento en el palacio, ni siquiera con la llegada de Lennox.
Nolan no sabía que era lo que estaba ocurriendo, ni siquiera le informaron sobre la carta que había enviado su padre, temiendo que lo pusieran en peligro. Lennox tampoco supo porque su guardián pidió que paralizaran la fiesta hasta que llego a la puerta que lo separaba de la habitación de los ancianos.
-Señor, lamento informarte que el hombre que ha entregado la carta falleció. – el duque cerró los ojos con lentitud. – Su contenido aún no ha sido leído.
-¿Quién la envía? – las palabras de Zayer lo dejaron en blanco. - ¿Cómo has dicho?
-Garth Gardener. – repitió con miedo de haberse equivocado. – Escuche como aquel hombre decía que era de parte de Garth.
-Zayer, ayuda a Pietro, cuida del pequeño doncel en silencio. – el guardián asintió. – No les digas aun lo que ha pasado, hasta que sepamos el contenido de la carta.
-Sí, señor.
Las manos del duque temblaron cuando Zayer le entrego la carta con cuidado, en sus esquinas podían verse las gotas de sangre del hombre fallecido, Lennox pudo confirmo las palabras de su guardián al ver la letra que escribía su nombre, sin duda pertenecía a Garth.
Los ancianos se encontraban en el mismo lugar que los había dejado horas atrás, tan solo había un ligero cambio en la manera con la que estaban recostados, a su izquierda se encontraba Zuko con la cabeza gacho, a su derecha se encontraba Katara, con la mano apoyada en el reposabrazos del sillón. De nuevo, sus rostros estaban cubiertos por aquellas telas.
Sin que ellos dijeran nada, Lennox empezó a leer el contenido de la carta, rasgando con cuidado para no dañar el sobre. La letra de Garth era tan elegante como recordaba, aunque parecía estar un poco desordenada.
-Continua, duque... - dijo Katara concentrada.
-Tras varios meses investigando he llegado a la conclusión, que hay alguien detrás de vos, duque Lennox. Temo informarle que alguien cercano a la familia Edevane está planeando traición, aún no he dado con el nombre de ese maldito personaje, pero le aseguro que lo encontraré, ya que la vida de mi hijo corre peligro. Duque lamento pedirle más de lo yo he podido ofrecerle, Nolan no es el chico que crees, no es un simple doncel, no digo estás palabras por ser su padre.
Los ojos de Lennox fueron directos a la última frase, donde Garth afirmaba que Nolan no era su verdadero hijo. El granjero hablaba en grandes rasgos de la llegada de Nolan a su vida, la mujer que le había dado a luz, era una de las doncellas del palacio, puso verlo en el emblema que había en su falda.
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¡Maldito, pequeño doncel!
RomansaUn doncel debe ser respetuoso, callado y delicado. Esa explicación no convence demasiado a Nolan. Cuando escucho que debía de ser sumiso hacía su prometido, empezó a reír. Y la guinda del pastel fue que tenía terminalmente prohíbo subirse a los árbo...