CAPITULO 54

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Pietro cargo con cuidado a Nolan para poder llevarlo a una de las habitaciones y revisarlo, el guardián se aseguró de no tocarle la herida del brazo antes de levantarse. Lennox seguía mirando a Zayer entre confuso y furioso, le había pedido a su guardián que cuidará al pequeño doncel pero él había decidido atacarlo.

-¿Qué he hecho? – se preguntaba a si mismo todo el tiempo. – Señor, perdóname, yo... - no sabía que decirle. – No quise hacerlo.

Zayer no tenía palabras para explicar lo que estaba pensando, ni siquiera supo lo que estaba haciendo hasta que Nolan grito. De un momento a otro el doncel lo estaba mirando con mientras le pedía no lo hiciera más daño.

-Señor, por favor, perdóname... - le suplicaba. – No quería poner mis manos sobre el pequeño doncel, yo...

-Llevadlo dentro, y no dejéis que salga. – ordeno el duque con seriedad. – Atadlo de pies y manos, no tiene permitido hablar hasta que yo vaya a verlo.

-Señor, por favor...

-No quiero escuchar tus excusas, Zayer. – la mirada del duque lo aterro. – Espero que comprendas lo que has hecho, y que puede pasarte por tocar a mi esposo, no necesito escuchar tus lamentaciones.

Lennox se fue con Pietro en silencio, el guardián ya se encontraba en una de las habitaciones de la mansión. Había dejado el cuerpo de Nolan con cuidado sobre la cama para revisarle la herida, preocupado por lo frio que se sentía el doncel, el cual respiraba con dificultad. Pietro estaba convencido que su estado no se debía al ataque de Zayer, Nolan se hubiera defendido si hubiese podido.

-Duque, tenemos que llamar a un doctor. – le avisó el guardián preocupado. – Puedo curar su herida, pero no sé lo que estaba pasando con su cuerpo, el doncel está congelado.

Nolan tenía la misma mirada de Drystan antes de desmayarse, la noche en la que Evangeline les pidió ayuda. El doncel estaba mostrando los mismos signos que Drystan, Pietro escucho a su compañero cuando dijo que vio a Javaid antes de volverse loco, al principio no le creyó, hasta que lo vio con sus propios ojos.

-Debemos mantener al señorito con la temperatura adecuada hasta que llegue el doctor, por favor, duque ayúdame.

No sabía cómo reaccionar ante la situación, habían llamado al doctor, pero no era como en palacio, este se encontraba fuera de la mansión, así que debían esperar de más. Pietro cubrió la herida de Nolan con cuidado y luego empezó a darle calor con nerviosismo, los labios del doncel se estaban tornando morados, Nolan tiritaba en la cama.

-Señor, ayúdame... - grito Pietro, sacándolo de sus pensamientos. – Debemos hacer algo con el pequeño doncel. – el guardián ya había dejado su chaqueta sobre Nolan en un intento para que no tuviera frio. – Acuéstese a su lado y cúbralo con sus brazos, los tapare con la sabana para que el calor se mantenga, señor.

Lennox se tumbó con torpeza al lado del doncel, lo miraba con temor a hacerle daño, Pietro tenía razón estaba congelado. Nolan se aferró a la ropa del duque para mantener el color, su agarre era débil pero decidido, Lennox cubrió las manos del doncel con las suyas y lo acerco más a él. Pietro se movía sin cesar por la habitación, cerró las ventanas y busco más mantas para cubrir al doncel.

-¿Cómo se encuentra el doncel? – Lennox negó con la cabeza. - ¿Lo cubro con una nueva manta?

-Pietro necesito que ayude a quitarle la ropa, creo que el calor de mi cuerpo lo ayudara. – respondió con tristeza. – Sus manos no están tan fría ahora, pero el resto de su cuerpo sí.

Nolan se quejó cuando Lennox se separó de él e intento luchar para que Pietro no le quitara la ropa, no podía hablar, sus gestos le suplicaban que no lo hiciera, el guardián tuvo que apartar la mirada para no verlo llorar. El duque había sido rápido para desvestirse, ya se había preparado para recibir de nuevo a su doncel.

¡Maldito, pequeño doncel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora