¡Maldito, pequeño doncel!

CAPITULO 81

Nolan intentaba esquivar todas las miradas que caían sobre él, Lennox le había pedido que permaneciera en su habitación, al menos por unos días para que se recupere, mientras él planificaba como anunciarlo. Los ancianos solo les habían dado un mes de margen para comunicar la noticia, con la condición de que el doncel empezará a asistir a las primeras clases de preparación del parto.

Evangeline no tardo más de un par de hora en enterarse, Nolan quería decírselo a alguien que le comprendiera y pudiera entender lo aterrado que estaba. Desde aquel día, Evangeline no se alejado más de un par de metros de él, al igual que Drystan.

-No me va a pasar nada por sentarme aquí. – bufó molesto, pasando la mirada entre los tres. – Me encuentro bien. Rudolf no es necesario que también estés conmigo.

-Mi señor me ha pedido que lo cuide, mi deber es quedarme a vuestro lado, al igual que mis compañeros.

El doncel puso los ojos en blanco. Rudolf se había convertido en una especie de hermano pequeño para Pietro y Drystan, el cual se ganaba alguno de sus regaños y pequeñas burlas por la formalidad de sus palabras. Para Evangeline el nuevo guardián era como un juguete nuevo, aún contaba con la inocencia que tenía Drystan en un inició, hasta que empezó a sentirse cómodo ante ella.

-Estaré aquí para cualquier cosa que necesite, el duque me ha pedido que sea cuidoso con su esposo.

Nolan deseaba golpear a Lennox con todas sus fuerzas, cuando se enteraron de la noticia el duque no se lo creyó, así que tuvo que someterse a unas pequeñas pruebas para confirmar su embarazo. Entre ellas una muestra de sangre que dio positiva.

Pero el peor de todos no era Lennox, Nolan quería que Pietro dejará de mirarlo todo él tiempo, tan solo tenía que moverse un poco para que su guardián se tensara. Él fue de los primeros que se enteró cuando salieron de la habitación, le preocupaba la palidez de Nolan en aquel momento, Lennox no pudo hablar en ningún momento y el doncel seguía en shock por las palabras de Katara.

Pietro se había convertido en su sombra, sin que Lennox se lo pidiera, Nolan se estaba cansado de sentir la presencia del guardián siempre a su espalda. Incluso tenía que avisarle que iba a moverse a algún lado de la habitación para que no se preocupara.

Evangeline se reía cada vez que lo veía, mientras Drystan se mantenía serio. Había adquirido la presencia de un hombre que mostraba seguridad, delante de Rudolf, ya que quería convertirse en su maestro. Le causaba un poco de celos que Rudolf confiará más en Pietro que en él, así que estaba decido a mostrarle que él era tan válido como su compañero.

-No estoy enfermó. – se volvió a quejar Nolan. – No necesito que esteís los tres pegados a mí. – el doncel observo como su guardián se movió. – Pietro quieto, quédate donde estás.

-Señorito, debe tomar sus pastillas para el dolor. – le tendió la cajita con cuidado. – Antes de comer, para que no le siente mal.

Sabía que era una excusa para acercarse más a él, Pietro toco con disimulo la frente de Nolan para comprobar que no tuviera fiebre, y al poner el pañuelo sobre sus piernas aprovecho para poner la mano sobre el vientre del doncel durante unos segundos. Nolan le gruñía en la oreja molestó, mientras escuchaba la risita de Evangeline al otro lado de la mesa.

-Te golpearé si lo vuelves a hacer, Pietro. – lo amenazó, el doncel nunca cumplía con sus amenazas. – No te permito que me vuelvas a tocar.

-¿Siente alguna molestia? Señorito. –Nolan suspiro, de nuevo lo estaba ignorando. – Si es así, permíteme comprobar que...

-¡Quieto! – el doncel sujeto la mano de Pietro entre sus dedos. – Si vuelves a tocarme, te castigaré.

Evangeline cubrió su rostro para que no la vieran, Pietro miraba confundido a Nolan, mientras este le gruñía que se estuviera quieto, o que lo dejará comer tranquilo. No tenía por qué probar su comida antes, ya que él mismo la había preparado en la misma habitación, incluso tenía su propio plato sobre la mesa. Pero Pietro siempre le ignoraba.