CAPITULO 38

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Nolan se sentía resentido con Lennox, desde que el duque castigo a su guardián no ha podido sentir más que odio hacía él. Pietro no sé quejó en ningún momento por el castigo, incluso estuvo varias horas sin descubrir lo que le había pasado, el guardián escondió sus heridas hasta que sus guantes se empezaron a manchar.

-Señorito, debe ir a ver al duque. – Nolan negaba con la cabeza, llevaba horas vestidos para la charla con Lennox. – Señorito, lo está esperando.

-Me encuentro indispuesto. – mintió, mientras acomodaba con delicadeza el pañuelo de Simba. – Me duele la cabeza. – Pietro levanto la ceja interrogante. – No puedo ir.

-El doctor Wilhmer ha revisado su dolencia, en ningún momento le dijiste que era dolor de cabeza. – Nolan se escondió entre las patas de Simba. – Te quejaste del tobillo, por suerte no era mucho, señorito, el duque lo está esperando.

El doncel reto a Pietro a un juego de miradas, Nolan no quería ver a Lennox en una buena temporada, no solo estaba enfadado por el castigo injusto hacia su guardián, sino que también estaba enfadada por la pobre explicación que le dio sobre el hecho. Nolan le pidió explicaciones, quería saber porque razón había ordenado que golpearan las manos de Pietro, el duque tan solo le dijo que era un castigo menor y pronto se recuperaría.

-El duque dijo que vendría a vuestra habitación si tardabas en ir. – el doncel lo miro desafiante. – No te gustará enfadarlo de nuevo.

-Pietro, me duele mucho la barriga. – volvió a mentir, el guardián ni siquiera se asustó. – Creo que es mejor no verlo por hoy.

-Mis manos se han recuperado muy bien. – le sonrió el guardián, sabía que esa era la razón de las dolencias de su doncel. – Sé que usted está enfadado por el castigo, pero era algo que usted no podía detener, el duque fue benevolente conmigo.

Nolan sintió una gran tristeza al escucharlo, él tan solo quería que su guardián descansara, sabía que aunque le había prohibido usar sus manos para su recuperación él no lo había obedecido del todo. El doncel aprendió a vestirse solo con aquellos trajes que seguían siendo extraños para él, tampoco lo dejaba acompañarlo en la hora del baño, le pedía que se mantuviera alejado, podía arreglárselas por el mismo. Incluso le regañaba si intentaba recoger algo que le había caído, Nolan se preocupó demasiado por él durante aquellos días.

-Señorito, debe presentarse a la charla con el duque, es necesario que ustedes dos hablen sobre los preparativos de la boda. – Nolan suspiro. – Los ancianos también lo están esperando, se enfadaran mucho si sigue inventándose dolencias para no asistir.

La mirada del guardián se dirigió hacía Simba, el doncel trataba al perro como si fuera su confidente, podía pasarse horas hablando con él, ignorando a todos los que se encontraban en la habitación con él. Pietro oculto una pequeña sonrisa malvada para que Nolan no descubriera lo que estaba pensando, no creía que le pasará nada por contar una pequeña mentira, no iban a cortarle la lengua ¿verdad? Simba le gruño cuando se acercó a ellos.

-Señorito, no quería decirle estás palabras, para no asustarlo. – lo miro con pena. – Pero escuche decir a los ancianos que castigarían al joven Simba si tardabas en ir a la charla con ellos y el duque. – Nolan entrecerró los ojos. – Tal vez le prohíban verlo. – mintió. – O algo mucho peor, no le gustaría que el joven Simba sufriera un terrible castigo por sus extrañas dolencias.

Pietro se sintió mal por mentirle tan descaradamente al doncel, pero era lo único que podía hacer en aquel momento tan desesperante. Nolan abrazo con fuerza a Simba mientras miraba con miedo a su guardián, temía que le hicieran algo mala a su gran amigo. El guardián suspiro para darle dramatismo a la situación, podía ver en los ojos del doncel como se debatía en contestar. Simba apoyo su cabeza sobre el hombro de Nolan al sentirlo tan triste.

¡Maldito, pequeño doncel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora