-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
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La ahora rubia asiente por décima vez ante las palabras de su padre; sabía lo mucho que le preocupaba que ella se expusiera sola en el mundo muggle, más al como estaban las cosas en el mundo mágico cuando Sirius Black escapó de Azkaban, pero Miki extrañaba a Harry, y la fuga de un preso no la haría perder la oportunidad de visitar a su amigo.
—Prométeme que no te meterás en ningún problema, Mirkaelha—Reitera nuevamente Charles, mirando a los claros ojos de su hija para saber si juraba la verdad, pero ella solo pudo pensar lo mucho que odiaba ese nombre.
—Papá, estaré bien, prometo no meterme en problemas—Afirma con una sonrisa y el rubio suspira tranquilo antes de sacar una pequeña bolsa
—Bien, he ido a Gringotts y cambié un par de galeones por dinero muggle, no tenían mucho pero si lo suficiente para que sobrevivas al menos tres meses ahí—Indica, y la nueva rubia asiente confundida, solo pasaría un par de días con Harry, no se mudaría.
Pero agradecía sinceramente todo lo que su padre hacía por ella, no era fácil soltar a una adolescente de 13 años en un mundo completamente desconocido para ella, sin embargo, a Charles le preocupaba más las personas que se atrevieran hacerle algo a su hija, la conocía y le enorgullecía pero también le aterraba.
El mayor miró el reloj en su mano y a los pocos instantes, un destello de luz se produjo y frente a ellos, el autobús noctámbulo esperaba a su nueva pasajera.
—Por favor, ten cuidado—pide Charles por último vez, viendo como su hija subía al bus de color morado.
Cuando desapareció, el hombre solo suspiro preocupado y nervioso, quizás no era la mejor después de saber que Sirius Black andaba suelto pero, necesitaba mantener a Miki distraída, al menos hasta que atraparan al hombre.
Ya tenía suficiente sabiendo que Remus Lupin sería el nuevo profesor, y quizás un cambio de cabello a petición de Dumbledore no iba a ser suficiente para que él no la reconociera.
Por supuesto, su hija no debía saber que gracias a Dumbledore aceptó que ella cambiara su cabello.
—Esto es genial—murmura la de ojos azules ilusionada, mirando el interior del bus mientras dejaba de escuchar la presentación de Stan Shunpike.
