-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Miki, tienes que regresar al castillo!—exige Harry cuando el hombre lobo se gira en dirección a ellos después de que les lanzarán una piedras para que dejara de atacar a Sirius.
—¿Disculpa?—suelta de manera incrédula la chica de pecas, no iba a regresar, no iba a dejarlo solo
—¿Estás loca? No debiste seguirme—Continúa Harry, colocando a la chica detrás de él cuando Remus los observa enojado antes de comenzar a acercarse lentamente
—¡Tu eres el loco si crees que iba a dejarte solo!—Expone, saliendo detrás de Harry para colocarlo atrás de ellas, y por unos segundos comenzaron a repetir la acción sin importarles que un gran hombre lobo los estaba acechando—¡No tienes que protegerme, Potter!—regaña enojada—¡Y no vuelvas a ponerme detrás de ti!
Parecían un viejo matrimonio, quizás eso ocurría cuando combinabas un Slytherin y un Gryffindor.
El lobo ladea su cabeza confundido, ¿acaso debía atacarlos o ellos se atacarían entre si?
Sin embargo, un ruido llama su atención, ante el repititivo sonido, el hombre lobo sale corriendo en esa dirección para tratar de localizar al autor.
—Es Sirius—murmura Miki, señalando a la distancia como el hombre salía con su forma humana de la gran maleza—Vamos
Sin más, ambos corren detrás del hombre para tratar de alcanzarlos, era rápido.
—No—Expresa Harry cuando los dos llegan a un pequeño rio—No, Sirius
—¿Está?—inquiere Miki preocupada al notar como el cuerpo de Sirius caía en las pequeñas rocas río
Los dos se acercaron al inerte cuerpo de Sirius Black, la respiración de Miki se acelero al ver el gran rasguño en el hombro de su familiar.
—¿Harry?—susurra entrecortadamente la de pecas hacia su amigo, apenas estaba conociéndolo y estaba por perderlo, ¿acaso su mayor miedo iba a ser real?
—No, él va a estar bien Miki—Tranquiliza Harry mirando a su amiga, no le diría lo contrario, no podría, no lo haría—¡Sirius! ¡Despierta!—ruega con dolor mientras jamaquea el cuerpo en el suelo del hombre
—Harry—Golpea levemente el hombro de Harry para que este notara también como el agua empezaba a congelarse.
Eso no era bueno.
—¡Corraaan!—es lo primero que escuchan de la boca de un moribundo Sirius, que gritaban mirando al cielo.
Una manada de dementores los acechaban.
—Miki tienes que irte—pide Harry, cuando un dementor vuela hacia el cuerpo de Black para tratar se succionarle el alma, repetidamente se aleja—¡Mirkaelha!
—¡Por Salazar Slytherin entiende que no voy a dejarte Potter, no seas estupido!—Sisea furiosa, sabía que no era el momento y mucho menos el lugar pero debía dejarse en claro, incluso si sabía que la estupida era ella por quedarse ahí.—¡Y no vuelvas a llamarme así!
Harry gruñe pero resignado, toma la mano de su amiga para acercarla a él, y con su otra mano libre, levanta su varita al aire.
—¡Expecto Patronum!—recita en voz alta, y una luz emana de esta para crear una barrera entre ellos y los dementores, el hechizo parecía transmitir un aura bastante angelical
—Está funcionando—sonríe Miki más aliviada cuando vio como el hechizo alejó a un dementor, pero de pronto, la magia se apago y nuevamente quedaron al asecho de los guardias de Azkaban.
Los menores gritaron y cayeron de rodillas cuando dos fantasmagóricos figuras volaron sobre ellos para absorberles un poco parte de su alma.
—Harry...—susurra la chica adolorida cuando ve a un dementor acercarse a Sirius Black
—Lo hiciste—trata de acercarse a su amigo para mirarlo fijamente, si ese era su último momento con vida, no quería irse sin mirar esos verdosas orbes que la hacían feliz—Siempre lo haces—trata de sonreír cuando Harry coloca sus manos en al rededor de su cara.
El chico solo analizaba las perfectas facciones de su amiga, amaba todo de ellas, sus pecas, su respingona nariz, su radiante piel que ahora se encontraba con cortadas, pero sobre todo, sus marinos ojos.
Incluso en ese momento tan trágico, esas hermosas orbes tenían el poder de tranquilizarlo.
A él no le importaba lo que el traidor Peter Pettigrew había dicho en la Casa de los Gritos, ella podría ser la nieta de su peor enemigo, sin embargo la conocía; no era ni la sombra del Mago Tenebroso.
Su Miki era mil veces mejor.
Podían compartir la misma sangre, pero era solo eso, sangre, ni había nada más que los uniera, además Voldemort estaba muerto.
—Creo que te amo—confiesa sin más, mirando fijamente a su amiga; que mostró una evidente confusión pero, Harry no tenía miedo al rechazo, si su corta vida acababa ahí, entonces no se iría sin decirle la verdad a Miki
Ya no se preocuparía por no arruinar su amistad.
El grito de los dementores se hizo más fuerte, ese era su fin, acabarían con ellos, pero, en un impulso, Miki solo besó a Harry pensando que, si morirían ahí, ahora querían ser los labios de él lo último que recordara.
Así sería.
De no ser por una fuerte luz que los obliga a separarse al cabo de unos minutos, y al voltear, pudieron ver una figura a lo lejos resplandeciendo.
Harry, que se encontraba con las mejillas calientes y rojas reconoció lo que veía con dificultad, era un pactronus... ¡era su padre!
Harry y Miki en medio del rio en el bosque prohibido, solo devolvieron la mirada el uno con el otro ante la luz cegadora; cualquiera diría que estaban locos si jo corrían cuando tenían oportunidad pero lo cierto era que estaban muy cansados para hacerlo.
La intensidad del resplandor era tan fuerte que parecía como si el mismo sol estuviese iluminándolos, de no ser por la situación, quizás soñaría hasta romántico.
El sol saliendo mientras ellos se miraban fijamente.
Pero ese no era su panorama, estaban en peligro, pero estaban muy agotados y a doloridos para seguir luchando, es por eso que sin darse cuenta, ambos chicos caen al suelo desmayados evitando el hecho que la pequeña esfera del alma que sobrevolaba sobre Sirius regresaba a su cuerpo para darle vida nuevamente.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.