-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
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—Sabes Harry, si sirve de algo... te veías muy bien enojado—lanza un cumplido la rubia ante el silencio que se había formado entre ellos mientras estaban en el parque sentados.
Harry, solo voltea a mirar a su amiga con las mejillas sonrojadas, parecía normal para ella decirle eso, pero no era normal para él escucharlo, no cuando sabía ahora con más claridad lo que llevaba pensando todo ese verano que trató de descubrir que era lo que sentía por Miki Koshky.
Antes no comprendía por qué su corazón latía más rápido cuando leía las cartas de su amiga, o cuando escuchaba su voz mediante un vociferador; pero ahora tenía la respuesta, cuando la vio con su nuevo cambio después de tanto tiempo, no solo sintió lo mismo que en la Cámara de los Secretos, ahora era algo más fuerte; era un sentimiento donde él solo deseaba que ella nunca se fuese de su lado.
Más ahora que no solo lo había defendido a él frente a su malos tíos, sino que también defendió la memoria de sus padres.
Miki era especial para él.
—¿Harry?—Chasquea la de pecas en la cara de del chico para tratar de sacarlo del trance, Miki se había sonrojado un poco cuando notó como su amigo no le apartó la mirada—¿Tierra llamando a Potter?
—Lo siento, estaba pensando en mi tía—miente nervioso Harry, apartando finalmente la mirada de su amiga—He hecho magia fuera de Hogwarts... ¿crees que me expulsen?
—Dumbledore no dejaría que pase algo como eso, no cuando hablamos de un seres tan perverso como tu tía—El de ojos verdes se encoge de hombros ante las palabras de la chica—Y de ser así, créeme que sería la primera en oponerme, no dejaré que nada te pase Harry
El pelinegro sonríe cuando su amiga lo toma de la mano para darle apoyo, ya debería estar acostumbrado a esa sensación de confort que solo su amiga podía darle con un solo tacto.
Pero a pesar de eso, no podía evitar sentirse nervioso o emocionado ante el contacto, tal como la primera vez que lo sintió.
—Bien, a no ser que quieras quedarte en este parque tan tétrico... llamaré al autobús noctámbulo, seguramente mi padre estará feliz de tener visitas... y de que regrese tan pronto—Asegura la de pecas con una sonrisa, levantándose de la acera para sacar su varita y moverla de un lado a otro susurrando un privet drive, número 4