-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
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—No quiero escucharte yo a ti—murmuró Miki caminando por el pasillo con Harry siguiéndola, ambos irían a la oficina de Umbrigde, pero primero debían hablar.
—Lo siento, ¿Si?—Expresó tomándola de la mano para obligara a detenerse—Pero estoy preocupado por ti, lo que dijo de Sirius no es verdad
—¡Lo sé! Lo sabemos... ahora vamos, no quiero otro castigo
—Miki
—Déjalo Harry, no quiero hablar ahora, no cuando siento que en cualquier momento explotarás si digo algo que no quieres oír—Comentó mirándolo a los ojos, es ahí cuando él baja la mirada sintiendo un nudo en su garganta—Se que hay cosas que no quieres decir, y lo entiendo, pero Harry soy tu novia... si ocurre algo apóyate en mi y no me grites o me alejes si intento acercarme para ver si estás bien
—Lo siento... desde... últimamente ... me he sentido extraño...enojado todo el tiempo—Confesó con un tono frustrado al no saber que pasaba con él, la de pecas llevó sus manos a los extremos de la cara del chico para obligarlo a mirarla—No dejo de pensar en esa noche... tú... él te lastimó
—Harold—susurro con pena, sus ojos detonaban tristeza en su máxima expresión, se sintió mal al saber que ella no estuvo ahí para él.
—¿Qué pasa si estoy volviéndome malo? ¿Si estoy siendo como él?—cuestiona preocupado, no quería ser como Voldemort, no quería lastimar a los que amaba.—¿Qué pasa si te lastimo también?
—Jamás serás como él—Respondió con una sonrisa—¿Sabes cuantas veces haz arriesgado tú vida por todos nosotros? ¿Crees que Voldemort me abrazaría cuando lloro porque mi personaje favorito muere en las películas?—Cuestiona burlona y el de ojos claros suelta una risa antes de ser rodeado por los delgados brazos de su novia—Nunca jamás vuelvas a decir que estás siendo como él... es tu elección no la suya
Potter no dejó de observar los claros ojos que tanto le fascinaban de su novia, era increíble como sentía que cada palabra pronunciada por ella era un regalo, un fragmento de su alma que él atesoraba
—Entonces... ¿Estamos bien, pecas?—expresó Harry cuando la pelinegra se separó de él
—Mhm... tendré que pensarlo Potter, acabas de presenciar un momento de debilidad—indicó burlona para seguir su camino, pero de repente, siente un delicado tirón de su brazo haciéndola soltar su bolsa al suelo.
