-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
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Por toda la mansión Malfoy solo podían escucharse los gritos de agonía y dolor que Bellatrix Lestrange le producía a la joven madre que se retorcía en el suelo.
Hace más de una hora que había comenzado a torturarla para hacerla pagar por mentirle y ayudar a escapar a Harry Potter y sus amigos, agregando el hecho que hizo lo mismo con el pequeño Gaunt.
Era una traidora e iba pagar como una sucia rata.
Miki intentó contener sus gritos pero la tortura era tan intensa que no pudo evitar soltar gemidos de sufrimiento.
Rabastan tomó una postura erguida cuando vio a su esposa con los dientes apretados y los ojos llenos de lágrimas, no cabía duda que de cierta manera admirara la resistencia y voluntad que estaba teniendo ella, pero era inevitable no sufrir.
Bellatrix, con una sonrisa maníaca, continuaba lanzando maldiciones cruciatus una tras otra, disfrutando del sufrimiento que infligía.
—¡Pequeña estúpida!—gritó la mujer tomándole la cara para golpearla con fuerza en la nariz, al instante esta comenzó sangrar violentamente—¡Estúpida traidora de sangre!
Miki sintió como su espalda tocaba de nuevo el duro suelo y ante el dolor que sintió en sus hueso de nuevo, cerró sus ojos para aferrarse a sus pensamientos en busca de fuerza.
Solo pudo pensar en Sirius, era lo único que le daba fuerzas de resistir aunque si no lo lograba, podría morir en completa paz porque sabía que estaría bien por primera vez, estaba con su padre, y si su madre era lo suficientemente lista, le diría a Harry la verdad.
Esa era la única forma de garantizar que nadie más le haría daño.
—¿Acaso no vas a rogar?—Susurró la mujer para hacerle una señal a su hijo para que se acercara—Hazla sufrir, hazme sentir orgullosa, Rabastan
El chico asintió acercándose a paso lento para quedar frente a la débil y ensangrentada pelinegra que lo miró suplicante cuando él le apuntó con su varita.
Rabastan solo quería ser suficiente para su madre, no la culpaba si no llegó a demostrarle amor todo ese tiempo, había estado todos esos años encerrada en Azkaban, eso podía destruir tu mente.
