-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Nunca se había sentido más sola que en ese momento.
Su tutor debía resolver asuntos que ni ella misma sabía en ese momento, supuso que tenía que ver con el repentino viaje del director Dumbledore pero, no lo sabría porque Severus Snape ya no solía decirle nada, eso lo supo desde que escuchó la conversación entre él y Draco antes del receso de navidad.
Ahora, Miki se encontraba sentada en la oscura sala común de Grimmauld Place, rodeado por la sombría atmósfera que la pérdida que sus padres y Sirius le habían dejado en la casa.
Inevitablemente no pudo sentirse mal por la navidad pasada, quién diría que esa iba a ser su primera y última navidad con los tres, la atmósfera era tan deprimente que las luces titilantes del árbol de Navidad parecían más apagadas, y los adornos festivos perdieron su brillo.
El sonido distante de risas y campanillas de Navidad provenía de la calle, pero dentro de Grimmauld Place, el silencio pesaba como una losa.
El único testigo silencioso de su soledad era Kreacher, el elfo doméstico que seguía culpándose cada vez que Miki lo miraba con resentimiento.
Kreacher jamás podría perdonarse por lastimar a sus amados amos de esa forma.
Jamás superaría que por él, Regulus Black había muerto.
La cena de Navidad fue un evento solitario y melancólico, Miki se sentó en la mesa, mirando los tres platos vacíos que había colocado frente a ella, en silencio Kreacher, sirvió la comida en el único plato de la Slytherin con una expresión indescifrable.
Después de la cena, la adolescente de pecas decidió dar un paseo por los oscuros pasillos de la mansión, cada habitación parecía estar impregnada de tristeza, como si el propio lugar llorara la pérdida de sus antiguos dueños, incluso los cuadros de sus antepasados la miraban con pena y en silencio.
Hasta ese momento no había soltado una lágrima hasta que encontró una fotografía de la última Navidad, estaban todos ahí, los Weasley, Black y Harry.
Dejando la fotografía de lado, ante la sensación que experimentó, ella regresó a la sala principal donde caminó hacia la chimenea para sentarse en el suelo viendo las llamas anaranjadas fijamente.
