-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Por Merlin! ¿Cómo logras soportarlos todos estos años Harry?—cuestiona con las manos en su cintura hacia su amigo, que solo niega con una sonrisa, estaba feliz que Miki estuviese ahí.
Si era totalmente honesto, le sorprendió el cambio que había tenido, no solo de cabello sino físicamente, no parecía la niña que había visto hace unos meses, ahora se veía totalmente diferente.
Había dado el estirón.
Pero Harry no se quedaba atrás, Miki había notado que también había creció unos cuantos centímetros, era su amigo, pero también podía decir libremente que se veía muy bien con esa nueva apariencia, incluso si no fuesen amigos, ella estaba segura que sería una de las muchas chicas que estuviesen enamoradas o detrás de Harry Potter en silencio.
—Te acostumbras—Responde sin más y camina hacia su mesita de noche para sacar una carta
—¿Aún no te la han firmado?—cuestiona la de pecas al ver el permiso para salir del castillo totalmente en blanco, obligaría a esos adultos a hacerlo, incluso si debía pagarles el doble de lo que ya había hecho para que pudiese hablar con Harry.
Eran unos monstruos, y ella creía que no podía haber nadie peor que Tom Riddle, pero como muchas veces , estaba equivocada.
—Lo hará esta noche, se que lo hará—murmura Harry por lo bajo, guardando la carta en el bolsillo de su pantalón chocolate.
Miki asiente y se sienta en el borde de la cama de su amigo para mirar como este trataba de arreglarse la camisa.
—Me gusta más la celeste—Dice la de ojos azules, tomando en sus manos el peluche de Hedwig que le había regalo a Harry el año pasado, no podía creer como un simple muñeco le pudo causar tantos problemas, la de pecas no había notado como las mejillas su amigo se habían puesto rojas cuando notó como su amiga examinaba el peluche—Te sienta el color, Potter.
Un nervioso Harry asiente, obedeciendo la decisión de su amiga para quitarse la camisa gris que tenía puesta y para tratar de no incomodar a Miki; solo se gira mientras termina de despojarse completamente de la camisa.