-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
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—¡Miki—Escucha lejanamente cuando comienza a abrir sus ojos de nuevo.
No recordaba nada; su cuerpo dolía y su cabeza quería explotar al tener que soportar el punzante dolor en su espina dorsal.
—¡Miki, gracias a Merlin, pensé que habías muerto!—Exclama el de lentes con preocupación, estaba enojado con ella, pero cuando ocurrió todo y al no saber nada de ella.
Solo pensó que no la quería lejos, nunca, incluso si ella lo odiaba o trataba de alejarse, él no lo permitiría; era Harry Potter, pasó por cosas peores y sobrevivió.
—¿Harry?—susurra la chica adolorida cuando su visión se hace clara—¡Harry!—exclama con emoción, al menos hasta donde su cuerpo se lo permitiría—¡Harry, lo siento mucho!—exclama con dolor, e inesperadamente sacó fuerza de donde no tenía para incorporarse y abrazar al pelinegro que estaba de rodillas frente a ella.
No podía contenerse, no era buena para cumplir sus promesas, pero Harry siempre lograba quebrarla porque, ahí estaba ella, sollozando como una niña con su cabeza hundida en el cuello del chico.
—¡Lo siento mucho, Harry! Por favor perdóname por todo, soy una idiota.... Fui una perra egoísta, muy egoísta y malévola—continuaba diciendo sin dejar se llorar, se arrepentía, no lo había visto de esa manera hasta que pensó que esta vez verdaderamente moriría.
No quería alejar a Harry, lo comprendía ahora; necesitaba sus abrazos en los cuales siempre se sentía más fuerte y capaz de enfrentar cualquier cosa.
Algo que no sentía desde la última vez que lo hizo.
—Harry... por favor—ruega cuando el chico la separa para mirarla a los ojos, él se estaba conteniendo, primero debía sacarla de ahí, presentía que aún no había acabado la turba—¿Crees que puedas hacerlo?
—Te dije que siempre estaría para ti, Miki—susurro vagamente, limpiando las lágrimas de la chica que caían por sus mejillas, en la cual tenía cortes al igual que en su labio inferior, al menos eso pudo identificar con la poca luz—Hablaremos luego, pero ahora... debemos salir de aquí—continuó, ayudando a su amiga a levantarse lentamente.
