-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
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Miki Black, o ahora Lestrange, jamás había sido conocida por tomar las mejores decisiones, incluso si eso llegaba a poner en riesgo su vida.
Pero no podía evitarlo, era la primera vez que se sentía libre en tomar una decisión desde que su "luna de miel" comenzó hace tres días.
Su cuerpo aún temblaba al recordar la furia que atravesó Rabastan al decirle por qué no iba a estar con él, llegó a pensar que iba a forzarla de no ser porque le prometió que cuando todo eso acabara le daría todos los herederos que él quisiera, aunque sinceramente esperaba que muriese antes de hacerlo.
No se imaginaba estar con él, y mucho menos tener a sus hijos.
Cuando escuchó la noticia a boca de Draco a Narcissa mientras leía una carta de Theo, no pudo evitar hacer lo imposible para estar presente en el evento.
Ahora, Miki se movía entre la multitud en el funeral de Dumbledore, oculta y camuflada bajo el efecto de una poción multijugos que había tomado gracias a Pansy, a quién le escribió por primera vez después de irse de Hogwarts sin explicación alguna al igual que Draco para pedirle algo que la ayudara a convertirse en ella.
Miki no se preocupaba por sus amigos en Slytherin, después de todo, Lord Voldemort se comprometió a aceptar a que ellos se unieran a él después de Hogwarts; se había aprendido algo era que, no había nada más que le importara a él eran las promesas, y las cumpliría si ella obedecía.
La de pecas sintió su corazón quebrarse cuándo veía desde la distancia cuando reconocía los rostros de dolor y pena mientras despedían al director de Hogwarts.
Era su culpa.
A medida que las lágrimas y los susurros de despedida llenaban el aire, Miki experimentaba una mezcla de emociones que la hacían sentir igual de vulnerable que en el receso de Navidad.
Pero ella no lloró hasta que entre la multitud notó a Harry, que ahora se acercaba a la cerrada lapidaria de piedra de Dumbledore para dejarle una flor.
—Harry—Susurró con una mano en su pecho al ver el cansado y agotado rostro del chico, lo lastimó de la peor manera.
