-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
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—¿Te gusta mi amor?—Preguntó en un tono aniñado la pelinegra hacia su pequeño bebé cuando este manotea con una sonrisa al momento que Miki le acercó el conejo de peluche que Kreacher le dio—Es tu primer regalo, amor
La de pecas le dio un suave beso en la cabecita al bebé mientras lo mecía en sus manos a medida que caminaba por la sala de la Mansión Lestrange.
Rabastan rodó sus ojos molesto tratando de leer, odiaba aquel bebé, trataba de ser bueno y sobrellevarlo pero era inevitable, el mocoso lloraba cuando lo intentaba, estaba seguro que era una replica macabra de Potter.
—¿Acaso puedes callarte? Estoy tratando de leer esta porquería—Bramó y Miki rueda sus ojos, odiaba su vida.
—La casa es grande, ve a donde tú inútil trasero quiera si no deseas escuchar mi voz, estúpido—Replicó la chica sin importarle que su hijo la escuchara, de todas formas era pequeño, seguro ya había olvidado todo lo que dijo.
—¿Así hablas al frente de tú engendró?—Se burló para pasar una mano por su cabello oscuro y mirar de manera extraña a la chica, debía admitir que a pesar de su corta edad; Miki tenía un buen cuerpo.
Claro que lo tendría, era madre ahora, todo en ella se había desarrollado, no podía esperar el día para que sellaran su compromiso por fin; la había respetado, pero el mocoso nació y ella tenía una promesa que cumplir.
—¿Podrías dejar de decirle así? Es una persona, es mi hijo, no una cosa—Regaño molesta para colocar a su bebé en la carriola
—Podría dejar de hacerlo si no llorar cada vez que me ve—Bramó mirando mal al bebé que trataba de sostener al feo muñeco que tanto le gustaba
—Yo quiero llorar cada vez que te veo, y estoy casa contigo—Soltó cansada la Slytherin para quitar el seguro de las pequeñas llantas del cochecito y comenzar a empujarlo—Da igual, iré a dar un paseo con él, no necesitamos tu negatividad
Rabastan rodó sus ojos antes de levantar el periódico frente a él y adentrarse a leerlo.
Miki hizo una mueca cuando reconoció a Dolores Umbridge en la portada de El Profeta junto a los mortifagos que ahora desempeñarían cargos altos en el Ministerio.
