-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
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La vida estaba llena de sacrificios, muchas veces debías hacer cosas horribles para garantizar la seguridad de otros, o muchas veces las decisiones más egoístas arruinaban la vida de muchas personas.
Nadie pensaba en las consecuencias de las acciones cuando se trataba de salvar a sus seres queridos.
Miki jamás había comprendido la diferencia entre arder o ver arder el mundo hasta ese momento de catarsis.
Simplemente dejó de pensar en los demás cuando la vida de su primogénito estaba en peligro al igual que la de su madre.
Harry Potter había muerto.
Esas palabras se repetían una y otra vez en su cabeza.
Si esa sería su nueva vida, entonces la aceptaba.
Ahora era diferente, dentro de ella creía que podría protegerlo como llevó haciéndolo pero ahora que era un blanco fácil, no se arriesgaría a nada, si era necesario ver arder todo el mundo mágico para que estuviese bien, lo haría sin pestañear, incluso si después de la guerra eso le garantizara un pase gratis a Azkaban, no le importaba el futuro, necesitaba protegerlo en el presente.
Liderando el gran grupo de mortifago que caminaba detrás de ella, Miki avanzó por la entrada que uno de los infiltrados en el Ministerio de Magia les había dado para que lograran pasar desapercibidos por el edificio ante todos.
La misión era clara: hacer caer el Ministerio, desmantelar la estructura que representaba el orden mágico establecido.
—Ahora—Ordenó la de pecas para mover su mano con la varita y destruir por completo los cristales que rodeaban ese salón para llamar la atención de los trabajares en el lugar.
Poco pasó para que muchas personas ahí comenzaran a enfrentarse a los mortifagos que comenzaron a sembrar el caos, no dejaría a nadie con vida, al menos los que no se doblegaban ante ellos.
Miki, con agilidad y astucia, se enfrentó a un auror, los hechizos defensivos y ofensivos iban de un lado a otro, la Slytherin jamás se había sentido tan poderosa hasta ese momento, quizás su abuelo si tenía razón, el talento corría por su sangre.
