-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Al menos alguien lo está pasando bien—Señala Harry, viendo a Buckbeak jugaba y se comía a los murciélagos que lograba atrapar detrasde ellos.
¡Por supuesto que lo habían liberado!
Hace un par de horas habían aprovechado la ocasión para "raptar" al hipogrifo de la casa de Hagrid, aunque Miki debía admitir lo mejor de su día por el momento había sido ver cómo Hermione golpeaba a Draco.
Estaba orgullosa de ella, sabía que ese momento llegaría, tardó pero le causó satisfacción ver como su amiga por fin se defendía ante Malfoy.
Ahora ambos esperaban sentados en las raíces de un árbol pacientemente viendo como Hermione y Miki del pasado hablaban a lejos mientras esperaban que sus amigos y los adultos salieran de la casa de los gritos, donde se había revelado toda la verdad.
Nadie más que Harry y Miki sabían que ese dolor era necesario, ahora lo entendían.
—¿Miki?—susurra Harry, mirando sus manos de manera nerviosa—antes, junto al lago, cuando casi... dije algo que quizás no debí decir
La de pecas fija su mirada en su amigo, no sabía por qué pero comenzaban a dolerle esas palabras, ¿acaso fingiría que nada pasó? ¿Qué no se besaron?
—Creo que ambos hicimos algo que no debíamos—apoya la chica sin saber que más decir, pero no dejaría que Harry supiese que le dolía, era orgullosa, si él no decía otra cosa ella tampoco tendría por que hacerlo—Tú... solo por curiosidad, ¿lo decías enserio?
Harry voltea su mirada hacia su amiga, que lo observaba casi impaciente, debía admitir que se veía hermosa bajo la luz de la noche, algo totalmente diferente cuando casi murieron en el lago; jamás podría olvidar lo aterrado que estuvo al saber que moriría sin decirle lo que sentía.
Ahora, estaba aterrado por decirle que todo era cierto.
—¿Lo sentías?... o ¿solo un impulso?—indaga nuevamente la de ojos azules, esperando una respuesta dolorosa o tranquilizadora, necesitaba saberlo, de todas forma, no haría mucho con cualquiera de las dos.
