-Una vida de miseria para todos a quienes apoyaran al señor tenebroso eran las palabras que le repita su padre desde que era bebé pero, por alguna extraña razón, eso no le atemorizaba.
Siempre supo que había algo más, algo que no le decían pero la...
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—¿No vas a venir?—preguntó Miki confundida cuando Luna se detuvo detrás de ellos, nadie más que una Ravenclaw podía descifrar las palabras de Cho, y nadie más que una Ravenclaw como ella podía saber con quién hablar.
—Es mejor que vayan ustedes solos... son muy tímidas
—"¿Son?"—Repitió Harry confundido hacia la rubia que asintió para retroceder y regresar ver en que podía ayudarle a los demás—¿Estás bien?—preguntó al notar como el cuerpo de Miki se tensaba
—Es la primera vez que estamos solos después de tanto tiempo—Susurró mirando los verdes ojos del chico que amaba—Pero también se que no es el mejor momento para hablar.
El de chaqueta marrón sonrió para tomar delicadamente la mano de la Slytherin y depositar un tierno beso en esta.
—Cuando todo esto acabe, hablaremos de todo... con Sirius a nuestro lado—Miki asintió fingiendo emoción, temía pensar que quizás eso no sería posible.
—Si—expresó para tomar su mano y adentrarse al pasillo, de pronto unas figuras azules y fantasmales giraron hacia ellos con seriedad.
Miki sintió su corazón latir más rápido al reconocer a una de ellas, Samira, su abuela estaba levitando junto a la Dama Gris.
Después de verla en los recuerdos de Tom Riddle y en la única fotografía que Dumbledore le mostró, era la primera vez que la veía en persona.
—¿Samira?—susurró la chica de pecas y notó como la pelinegra de largo vestido azul y cabello negro volteó a mirarla con un gesto confundido.
—¿Son los fantasmas de la Torre de Ravenclaw? Creí que sólo existía la Dama Gris—Expresó Harry sin ninguna toque haciendo que las mujeres lo miraran indignados para levitar al otro lado—Lo siento, perdón... te llamas Helena ¿no? Helena Ravenclaw y Samira...
