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7 de Junio de 2011

Pov. Katniss


Entro a la oficina, y lo primero que veo es a una mujer intentando sostener a su bebé y leer una revista al mismo tiempo. Ella me sonríe, y hago mi mejor esfuerzo por devolverle la sonrisa antes de acercarme al escritorio de la recepcionista.

—Hola. Bienvenida al consultorio del doctor Green. ¿Cómo puedo ayudarle? —dice con una amplia sonrisa.

—Necesito una prueba de embarazo —digo sin rodeos. Parece que mi franqueza tomó por sorpresa a la joven mujer.

—Podemos hacerlo. —Sonríe, luego de tomarse un par de segundos para recuperarse—. Necesitaré su nombre, y que llene este formulario, y así poder programarle una cita —dice, entregándome un paquete de papeles.

—No, no lo entiende. Lo necesito ahora —le digo rápidamente. Sus cejas se levantan.

—Lo lamento, pero tendrá que hacer una cita —me informa nerviosamente.

—Esto... esto es una emergencia —le digo rápidamente.

—¿Una emergencia? —pregunta.

Veo que no voy a poder mantener mi compostura. Pego una enorme sonrisa en mi rostro y me acerco a ella.

—Mi esposo me dejó la semana pasada, y no tengo una puta idea de donde está. Me hice una prueba de embarazo casera esta mañana, y, ¡adivinó! ¡Fue positiva! Así que, necesito que uno de los doctores ahí dentro me diga que esa prueba se equivocó, y que no tengo otra cosa que añadir a mi lista de las cosas por las que me tengo que preocupar. No tengo dinero conmigo, pero tengo estas tarjetas de crédito y una chequera. Pagaré lo que sea.

Saco mi billetera, y la coloco sobre el escritorio.

—Firmaré un pedazo de papel que diga que si sucede que me terminan matando durante el examen no tienen la culpa, pero no puedo pasar otro minuto preguntándomelo, ¿de acuerdo? No puedo pasar preguntándome otra cosa en mi vida. No estoy loca, pero cada minuto que pasa, me estoy acercando más a ello. ¡Así que si quieres que me ponga violenta en esta oficina y provoque una escenita aún mayor de la que ya he hecho, le dirás al doctor que tienes una muy desesperada mujer aquí afuera que necesita su asistencia! —Luego de ese discurso, respiro y espero, por el aspecto en el rostro de la mujer, no llamará a la policía.

—Umm ella puede tomar mi lugar, iré después. —La mujer que me sonrió antes me está mirando con lástima.

—Gracias —le digo desesperadamente.

Una puerta se abre, y sale una enfermera, dirigiéndose a la recepcionista.

—¿Quién sigue? —La recepcionista me señala.

***

Parece como si el doctor hubiera estado una eternidad fuera de la habitación. Supongo que la secretaria le está diciendo lo loca que estoy. Probablemente no debí haber venido aquí tan pronto. Pero sentía que no podía respirar si no sabía cuál es mi situación con seguridad. Cuando la puerta se abre, suspiro de alivio.

—¿Como esta, señora Mellark? —pregunta, sentándose en un banquillo frente a mí.

—Bueno, he estado mejor —murmuro.

—¿Cuándo fue la última vez que tuvo su periodo con normalidad? —pregunta, mientras sus ojos siguen examinando el portapapeles.

—Como hace dos meses. Bueno, hace tres semanas me vino, pero sólo duró un día.

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