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Pov. Peeta


Entrar en la Corporación Crestfield se siente irreal, los últimos siete pisos de uno de los edificios más altos de Chicago, gente con traje y ropa que luce costosa andan de un lado al otro, mujeres con tacones que deberían estar en portada de revistas en lugar de en oficinas. Ventanales de vidrio. No se parece a nada que haya visto en Madison.

—Sr. Mellark, ¿está aquí para ver al señor Crestfield? —me pregunta con una sonrisa brillante una mujer pequeña, linda y de cabello rubio.

—Umm, sí —le digo y alegremente me indica que la siga.

—Me gusta su corte de cabello. —Parece muy animada y vivaz, y aunque no la recuerdo, ella obviamente me ha visto antes si nota mi corte.

—Uh, gracias. —La sigo por un largo pasillo hacia dos grandes puertas de cristal. Ella pasa una tarjeta.

—Bueno, hola, Peter. ¿Querías verme? —Mi rostro se queda en blanco cuando veo quién es, y volteo a ver a la mujer que me trajo aquí.

—Me refería al otro Crestfield —le digo y ella me mira desconcertada.

—Pero señor, usted me dijo que era prioritario asegurarle la primera reunión disponible con el señor Crestfield padre —balbucea.

Asiento dejando salir un suspiro de exasperación. Esta reunión debe haber sido idea de Peter.

—Él estará bien aquí, Stacy. —Dexter le da una sonrisa encantadora antes de que ella salga de la oficina—. Bueno, no te quedes ahí parado. Toma asiento. —Señala hacia una de las sillas pequeñas frente a su enorme escritorio.

Mis pies se sienten pegados al suelo. Hace años que no lo veo. Todavía luce igual, vistiéndose como un hombre rico en un comercial de cigarros. Inclina ligeramente la cabeza hacia la derecha como si se preguntara quién soy y una sonrisa se extiende por su rostro.

—¿Peeta? —dice con una risa en su voz. Meto las manos en los bolsillos de estos vaqueros demasiado ajustados—. Vamos, no soy el coco. —Levanta un vaso de líquido marrón hasta sus labios. Trago con fuerza. Hay un montón de preguntas que debería estar haciéndole a este hombre, este hombre al que solo he sabido detestar y del cual cuidarme, sin embargo, él se sienta delante de mí como si yo fuera su mejor amigo. Tomo asiento con reluctancia.

—¿Entiendo que no fuiste tú quien pidió una reunión conmigo? —Se reclina en su silla. No es una sorpresa que sepa la verdadera naturaleza de mi condición. Cuando mi padre le pidió su ayuda, por supuesto que debería haber querido saber todos los detalles y darle seguimiento especialmente porque... él es mi padre biológico.

—No —le digo concisamente.

—Bueno, tienes media hora reservada en mi calendario. La mayoría de las personas venden a su hijo primogénito por eso. —Muestra una sonrisa.

Solo me he encontrado con Dexter Crestfield padre unas cuantas veces en mi vida, y ninguna de esas veces he estado a solas con él. Siempre estuve con mis padres o con una multitud. Pero esta vez estudio su rostro, su cabello es oscuro con rayas grises, pero todavía abundante y cuidadosamente arreglado. Sus oscuros ojos azules son profundamente intensos y su mandíbula es cuadrada bajo una barba corta. Lo miro tratando de verme en él. No puedo creer que este hombre sea mi padre, y que comparta su sangre.

—Debo admitir que esperaba un arrebato más emocional de tu parte luego de la última vez que nos vimos. o mejor dicho cuando tu contraparte irrumpió en mi cena.

—Realmente no tengo nada que decirte —le digo fríamente.

Me mira con curiosidad, como si nunca nadie le hubiera dicho eso. Sé que es mi papá biológico y debería tener millones de preguntas para él: Por qué no se quedó conmigo, cómo era mi madre, si se arrepentía de haberme entregado, pero todo lo que veo es al mismo hombre al que siempre he visto. A un pariente lejano con más dinero de lo que cualquier persona debería tener y quien está acostumbrado a ser tratado como Dios.

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