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Pov. Peeta


Me despierto, mi cabeza está palpitando. Me siento como si me hubieran dejado caer un edificio en la cabeza. Me siento en la cama, Katniss aún está dormida al otro lado y son las 8:00 a.m. Mi garganta está seca y creo que me voy a morir de sed. Me levanto y me sirvo un vaso de agua del lavamanos. Intento recolectar mis pensamientos. ¿Qué sucedió? Lo último que recuerdo es haber estado en el club, estábamos brindando. ¿Cuánto tomé? Salgo de la habitación y voy por el pasillo. Huelo el desayuno. Voy a la cocina y veo a mi mamá comenzando a hacerlo. Willow está en su sillita alta, le doy un beso y me robo una de las uvas que está comiendo.

—Me sorprende que estés levantado tan temprano. —Mi madre se ríe muy divertida mientras saca del horno sus famosos bizcochos caseros.

—No me acuerdo de nada de lo que ocurrió. —Mi cerebro se siente nublado.

—¿Tomaste tanto?

—No lo sé...—murmuró sentándome a la mesa.

—Los escuché regresar a eso como las tres de la mañana —me dice y me rasco la cabeza.

—Espero que el auto esté bien. —Me río, pero sé que alguien debió haberse quedado lo suficientemente sobrio como para que todos volviéramos, o tal vez lo dejamos en el club. Espero que no se lo haya llevado una grúa—. ¿Sabes si Hillary y Aidan volvieron aquí?

—Ni idea. Solo te escuché a ti y a Katniss. —Regresa su atención a la comida. Paso mi mano por sobre mi estómago. Espero que no hayamos hecho algo de lo que nos avergoncemos. Aunque mi madre no me dirá si lo hicimos.

—Toma, llévale esto a Katniss —dice arreglándome un plato lleno de tocino, huevos y bizcocho.

—¿Quieres subir y ver a mami? —le pregunto a Willow y se ríe negando.

—Galleta —grita, y me río.

—Si Katniss tiene resaca, no creo que el llevar a Willow sea lo mejor —sugiere mi madre. Sí, eso tiene sentido. Subo las escaleras metiéndome un pedazo de tocino a la boca.

Cuando llego a la habitación, veo a Katniss sentada y con una sonrisa coqueta.

—Hola. —Su rostro está sonrojado y una magnifica sonrisa se extiende a través de su rostro.

—Buenos días. —Camino hacia ella y me siento a su lado entregándole el plato de comida. Me da un suave beso en el cuello y se ríe tontamente. Parece estar de un fantástico humor esta mañana.

—Sabes por qué son tan buenos días. —Se ríe antes de comer un pedazo de tocino. La miro de cerca. Es tan hermosa con la luz del sol reflejándose en sus ojos grises, luce casi angelical.

—Debimos haberla pasado realmente bien anoche. —Me río, y me mira arqueando una ceja.

—Sí —dice pasando su mano por entre su enredado cabello—. Tengo que levantarme, o probablemente duerma todo el día —murmura con una sonrisa.

—¿Cuánto tomé anoche? —Espero por su respuesta cuando se sienta en la cama y su sonrisa tiembla.

—Estás bromeando, ¿verdad? —pregunta desconcertada, y frunzo el ceño.

—No, no recuerdo casi nada de anoche. —Cuando digo eso su sonrisa desaparece completamente

—¿Qué?

—Recuerdo tomarme un shot, y después de eso, todo está borroso. — Veo que ella notablemente traga con fuerza y el color de su rostro se esfuma—. Uhm... ¿qué sucede? —Mi corazón comienza a latir rápidamente sabiendo que lo que ella dirá después no va a ser bueno.

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